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CAMPECHE, Cam., 5 de enero.- Suman ya 105 años de celebración en Lerma en honor a los Tres Reyes, pero la historia se reescribe cada año. Hoy los iniciadores aparecen en fotos en el altar y son sus hijos o nietos los que siguen la tradición de conmemorar a Melchor, Gaspar y Baltazar, fiesta que se prolonga durante tres días y que es un caso único en este poblado perteneciente al municipio de Campeche, donde piden que la festividad sea considerada como Patrimonio Cultural o, de lo contrario, sólo quedará en recuerdos.

Aquí, donde aún no llega el turismo, el pueblo es celoso por preservar sus tradiciones, de enseñar a sus hijos, a los herederos de los procedimientos, pero ansiosos por que sean reconocidos.

Yolanda Xamán, perteneciente a una de las familias con mayor antigüedad en la celebración, recuerda que su abuelo fue el primero en iniciar con el festejo religioso a los Tres Reyes Magos en el poblado de Lerma.

Es una tradición que inició, según contabiliza, hace 105 años, como ofrenda de gratitud por la buena cosecha y prosperidad en armonía para todos, y de esa familia se desprendieron otras: las familias Vázquez y Xamán, que también organizan esta celebración en sus respectivos predios.

Entre las tres familias sacrificaron en promedio 36 cerdos, desde el 4 de enero, y ese mismo día cocinan frijol con puerco y chicharrón. El segundo día, entre la música tradicional de la jarana y un tecladista, cocinan cochinita, relleno negro y tamales. El tercer día, es decir el 6 de enero, cocinan el col, cuya celebración culmina con una novena y el baile de la cabeza de cochino.

Pueblo de pescadores y ejidatarios

El poblado de Lerma se localiza a unos kilómetros de la ciudad de San Francisco de Campeche, rumbo al Sur. Está enmarcado por su bello mar, con puerto para embarcaciones camaroneras, que incluso fue una actividad próspera, pero que ahora es prácticamente una chatarra.

Las familias preservan las buenas costumbres, sin celos, envidias, enojos ni distanciamiento entre ellos; aún cuando la celebración se realice en diversos predios, el argumento es que la familia ha crecido y necesita más espacios, pero se expresan respetuosos del uno y del otro.

Todas las familias se conocen, no les importa quién mata más cochinos o quién tiene más familia en sus casas; lo que les importa es que la tradición perdure, pero todos tienen un punto de referencia: “La Libertad”, un cruce de calle que da dos vías, la del Instituto Tecnológico o la de Kila.

Una tienda con ese nombre, “La Libertad”, es referencia para los pobladores y visitantes y, a escasos 60 metros, el domicilio de la familia Xamán Canul, donde doña Yolanda, junto con Isidro Vázquez, se encarga de la organización y, según ellos, ya forman parte de la tercera generación y recuerdan a sus abuelos y padres con las imágenes en el altar como los iniciadores, e incluso junto a ellos tienen su olla de barro, la que utilizaban para cocinar en ese entonces, hace ya 105 años.

Las celebraciones

El 4 de enero, la agitación festiva reúne a más de 60 familias y ésta tiene origen por una promesa de fe. Los protectores de la tradición narran: “El abuelo mayor, el primer Xamán, llegó con su esposa y otras 12 familias provenientes del poblado de Muna, Yucatán; huían de la viruela negra que ya había causado muchas muertes en aquel lugar.

“Se establecieron en Lerma en 1907. Al principio no les fue nada bien. El se dedicaba, como todos los que llegaron, a las labores del campo, cultivando maíz. Desafortunadamente cada temporada, durante cuatro ciclos consecutivos, asoló coincidentemente una plaga de langosta que devoraba cada planta que lograba germinar.

“Cansado de esta situación y desesperado por no poder llevar el alimento a sus familias, un 4 de enero, de 1911, decidió encomendar sus cultivos a los Tres Reyes Magos. Al paso de las semanas su fe se fortalecía. El cultivo marca sus tiempos y, para su sorpresa, el maíz empezó a espigar.”

Narra que poco tiempo después comenzaron a surgir las mazorcas, sin plaga alguna; el maizal creció bonito, el producto se cosechó en abundancia y en cada hogar las familias celebraban de alegría.

Fue en este momento cuando se decidió ofrendar la cosecha a los Reyes Magos. Se unieron todos y acordaron que se haría una celebración por tres días consecutivos. El abuelo mayor juró que mientras él y su descendencia existieran, harían los honores a los personajes de Oriente, en un ambiente de camaradería, unión y amistad fraterna.

Xamán Barbeita, cocinera principal de los alimentos en esta tradición, señaló que el primer día se comienza sacrificando a los cerdos ofrendados por cada una de las familias que participan en la celebración, a quienes se les denomina “patrones”. El número de participantes varía entre 40 y 60 de este grupo, porque en otros barrios y suburbios del poblado se organizan también otros grupos de 30 o más familias, para el mismo ritual.

Con los cerdos que se sacrifican en los patios de la casa sede del festejo principal, se prepara la comilona de ese día que consiste en chicharrón, castakán y puyul; mientras que la carne, huesos, costillas, codillos, pezuña y demás se dividen en partes para los guisados de frijol con puerco (día uno), tamales y cochinita enterrada (día dos) y pavo en relleno negro y carne adobada, acompañada del k’ol para el último día.

Otras familias (Ayuso-Vázquez)

La familia Ayuso Góngora, don Trinidad y Guillermo, narró que la celebración la realizan desde hace 40 años; anteriormente lo realizaba su padre, pero éste falleció hace dos meses y ellos ahora dan seguimiento y ya preparan a sus hijos para continuar con la promesa.

En el predio de esta familia se congregan otras 30 o 40 familias, quienes desde el pasado 4 de enero sacrificaron en promedio 12 cerdos. El primer día elaboraron frijol con puerco, luego cochinita y preparan el col para el 6 de enero.

Las familias expusieron que llegan a convivir, sin pleitos, a bailar y rezar, para hacer compromisos para los próximos años.

En la misma calle, a sólo decenas de metros, otra de las celebraciones con el mismo motivo es organizada por la familia Vázquez, cuyo organizador, Braulio Alberto Vázquez Pacab, considera que lo más importante es preservar la tradición para las próximas generaciones.

En su familia, la reunión se celebra desde hace casi 50 años. Ha sido de varias generaciones y ahora a él le corresponde dar continuidad, y reconoce que en ocasiones a las familias se les hace difícil aportar los cochinos.

En su altar destacan las figuras de los Tres Reyes Magos, según él es el único en su tipo y plantea a las autoridades involucrarse en el rescate de las tradiciones, porque cada vez es menor el número de jóvenes que acuden a la celebración.

Por considerarse una celebración única en Campeche, ésta podría ser considerada como Patrimonio de la Humanidad, ello permitiría que el turismo se lleve una buena impresión de una tradición milenaria.

(POR ESTO! / Campeche)

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