Campeche

Tras la reformas a la Ley Federal del Trabajo, el sindicalismo mexicano deberá retomar su papel de apoyo al trabajador. En el Estado de Campeche, el charrismo sindical ha dañado tanto al obrero como al empresario, convirtiendo a los líderes sindicales en parásitos que se nutrían de la fuerza laboral del obrero.

El nuevo sindicalismo que pretende la Nueva Ley Federal del Trabajo busca terminar con un régimen anacrónico, que laceraba los derechos de los trabajadores y únicamente defendía el bienestar de los dirigentes sindicales, quienes terminaron por convertirse en opresores de la gente que deberían defender.

El sindicalismo mexicano debe retomar su propósito fundamental, que es la defensa plena de los derechos del trabajador, pero que desafortunadamente hay resistencia por parte de aquellas organizaciones que durante décadas tenían secuestrado el sindicalismo.

En sus orígenes, el sindicalismo mexicano fue bueno, al grado de que instituciones como la Confederación de Trabajadores de México (CTM), por citar una, se convirtieron en instituciones fuertes, que participaron en la transformación del país, pero desafortunadamente, al paso del tiempo fueron corrompidas.

Hasta este momento, muchos sindicatos no se han permitido siquiera revisar la reforma que se hizo a la Ley Laboral y pretenden continuar con su sistema de venta de protección a la parte patronal, la creación y administración de sindicatos de protección, cobro ilegal de cuotas patronales o la simple extorsión a empresas y patrones.

En Campeche, decenas de sindicatos de protección

Tan sólo en Campeche, un Estado agobiado por el desempleo y la injusticia laboral, existen decenas de sindicatos de protección. Todo eso debe terminar.

Solamente hay que hacer una prueba en cualquier tienda de conveniencia o en cualquier empresa medianita. Si platicas con cualquier trabajador, éste te dirá que nunca ha estado sindicalizado, pero que desconoce por qué le es descontado entre 80 y a veces hasta 120 pesos quincenales por concepto de cuotas sindicales.

El trabajador no protesta, porque necesita el trabajo, pero porque además considera que 80 o 100 pesos no le lesiona demasiado sus ingresos, pero no se pone a pensar que son alrededor de 200 al mes y al finalizar el año le habrán descontado hasta 2 mil 400 pesos y que si en esa empresa en pequeño son alrededor de 100 los sindicalizados, el dirigente del sindicato ‘fantasma’ ya se hizo con más de 200 mil pesos.

El patrón, por su parte, se confía, creyendo que no tendrá problemas en la junta, pero finalmente, terminará perdiendo los juicios laborales y desembolsando enormes cantidades de dinero por concepto de pago de abogados. No en pocas cosas la empresa, sea chica, grande o pequeña, termina cerrando.

Reforma trascendental

En mayo tuvo lugar una de las reformas más trascendentales en la historia laboral del país, pues prácticamente la Ley Federal del Trabajo fue modificada en los puntos que en teoría deben impedir la manipulación de las organizaciones sindicales, agremiados y los propios árbitros laborales.

Además de frenar los excesos de la parte patronal, las reformas se enfocan en la regulación de los derechos colectivos, poniendo especial énfasis en la democratización de los sindicatos, estableciendo el voto personal y secreto de los empleados en cada etapa de la vida sindical, iniciado con la formación del sindicato y pasando por la celebración y revisión de los Contratos Colectivos de Trabajo (CCT).

Los miembros del viejo sindicalismo están muy preocupados porque ahora se les exigirá transparencia en asuntos sindicales, incluyendo la administración de sus bienes y finanzas, así como la obligación de los patrones de informar a sus empleados sobre la existencia de un CCT, situación que no existía con la antigua ley, razón por la que pocas empresas cumplían con dicho precepto.

El Decreto establece una nueva estructura para administrar la vida sindical e impartir justicia laboral. Reemplaza a las Juntas de Conciliación y Arbitraje locales y federales por Tribunales Laborales que formarán parte del Poder Judicial.

Crea los Centros de Conciliación Locales y un Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, que servirán como foros obligatorios de conciliación previos a litigios individuales y para algunos colectivos, que deberán llevarse ante los tribunales laborales. El Decreto también incluyó nuevas reglas procesales para los litigios.

El Decreto prevé la creación de un Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral (CFCRL) que será un conciliador obligatorio en disputas colectivas, que verá todo lo vinculado con las votaciones de Contratos Colectivos, emitirá Constancias de Representatividad a los sindicatos, mismas que serán necesarias para el emplazamiento a firma de CCT.

EL CFCRL será un organismo público descentralizado, con plena autonomía del Gobierno Federal. Tendrá un director general y una Junta de Gobierno conformada por los titulares de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales; del Presidente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y del Presidente del Instituto Nacional Electoral (INE).

Con la nueva Ley, las organizaciones sindicales tradicionales están muy preocupadas, sobre todo porque tras la reforma se requerirá del voto secreto, directo, libre y personal de los miembros de los sindicatos y de los empleados para un gran número de actividades sindicales y en todos los asuntos relativos a contratación colectiva.

Además la nueva legislación federal en materia laboral obliga a las directivas sindicales a rendir cuentas a los miembros de los sindicatos sobre los activos sindicales y su administración, en tanto que los patrones están obligados a informar a sus empleados de la existencia del contrato colectivo de trabajo y a entregarles una copia del mismo.

La necesidad de que un sindicato obtenga la Constancia de Representatividad es una diferencia mayúscula a lo contenido en el texto anterior de la Ley Federal del Trabajo, ya que anteriormente cualquier sindicato podía emplazar a huelga a una empresa demandando la firma de un CCT, sin que se tuviera que verificar la auténtica representatividad del organismo sindical.

Transparencia atemoriza a viejos sindicalistas

La nueva legislación es para todos. Desde luego no todos los sindicatos son corruptos o malos, pues existen organizaciones sindicales de diversos rubros: del comercio, construcción, de burócratas, de petroleros, electricistas, etc.

Aquí, el asunto es que todos tendrán que someterse a las nuevas reglas que marca la Ley. Por eso es que a los sindicatos que están invadidos por la corrupción le temen mucho a palabras o frases como democracia, voto directo, rendición de cuentas y transparencias.

Los sindicatos corrompidos y las organizaciones ‘fantasma’ o de protección son las que están muy preocupadas por estos cambios que están ocurriendo en el país, pero, la Ley tiene que aplicarse y el charrismo debe ser una etapa del sindicalismo mexicano que debe pasar a la historia.

(Joaquín Vargas Aké /

Fotos POR ESTO! / Especial)