Campeche

Limpieza de huesos, honor a los que se fueron

POMUCH, Hecelchakán, Cam., 24 de octubre.- Con toda certeza podemos asegurar que no existe otro lugar en México donde los muertos son tratados con mucha devoción por parte de sus familiares como en Pomuch, pintoresca comunidad de nuestro Camino Real campechano, donde se procura no perder el vínculo con los familiares, aunque éstos ya hayan partido hacia el más allá.

Si se pregunta a quienes en la víspera de la celebración de Día de Muertos acuden a los cementerios de esta comunidad, cuál es el origen de la tradición que consiste en limpiar los huesos de sus difuntos, envolverlos en pañoletas nuevas y finamente bordadas, para luego depositarlos en urnas de cemento o madera, para que sigan su descanso eterno, pocos referirán que ésta tiene un origen prehispánico y que data de antes de la colonia.

Entrevistada por POR ESTO!, Hilda Poot Cruz no supo responder inmediatamente el porqué o el origen de esta tradición ancestral. Sin embargo, resumió: “Es para honrar a nuestros familiares ya fallecidos. Para de alguna forma recordarlos con amor. Además, a nadie nos gusta ser olvidado”.

La totalidad de las tumbas y osarios del Panteón Municipal de Pomuch son muy modestas, pero el hecho de que los restos óseos ahí resguardados estén envueltos con mantas o pañuelos bordados por la madre, esposa o hija del o la fallecida, les proporciona mucha pulcritud a los depósitos mortuorios y podría decirse que es una forma de generar un nexo entre el que se fue y los que se quedaron.

El detalle de los osarios delicadamente cuidados y las pequeñas mantitas finamente bordadas dan otro valor a los restos humanos y son muestras tangibles de por qué en Pomuch, pintoresca comunidad del Camino Real, honrar a los muertos no es asunto de un solo día.

Hilda Poot, ama de casa que la mañana de este jueves 24 de octubre acudió a limpiar los huesos y los osarios de sus familiares, reconoció que en estos tiempos del Internet y las redes sociales, son pocos los jovencitos que se inclinan por respetar esta tradición.

“Los jovencitos ya no ven con entusiasmo nuestras costumbres, pero afortunadamente no son todos. Por ejemplo, mi hijo fue quien se encargó de pintar este año la cripta familiar y sabemos que una vez que los muchachos son motivados, difícilmente abandonan nuestras tradiciones familiares”, razonó.

Los panteones de Pomuch son, al igual que su gente, muy sui géneris. Como cada año concentrarán a cientos, quizá miles de visitantes. Algunos llegarán por simple curiosidad humana, otros por interés antropológico o académico. Desde luego, los familiares de quienes ahí duermen el sueño eterno acudirán a los camposantos para, una vez más, honrar y recordar a sus muertos.

(Joaquín Vargas Aké)