Víctor Salas
Es un gusto histórico el que tiene la ciudadanía de Campeche por las fiestas del carnaval. Lo que se ha traducido en trabajos que se han convertido en parte del acervo cultural de la entidad, pues surgieron creadores que aportaron música, versos, vestuario y estampas danzadas originales. Esos fueron los carnavales de antaño.
El gusto por las carnestolendas se ha mantenido inalterable en el fervor festivo de la sociedad campechana. A lo largo del siglo pasado se habló tanto de esta fiesta que se le comparó con el de Veracruz o Mazatlán. Y no era para menos, porque los organizadores y participantes del carnaval de Campeche le meten con todo a la organización de ideas, derrotero, carros alegóricos, temática, comparsas y número de contingentes.
De alguna manera del enjambre de actividades que se desarrollaban en el Casino de Campeche, el Club Náutico y otras instancias sociales se fue erigiendo la necesidad de responsabilizar a determinadas personas para que se hicieran cargo de las coreografías de las comparsas. En ese preciso momento entra a funcionar para esas actividades, la pasión de la maestra Yoyis Cambranis, quien con tan solo dieciocho años se integra a una verdadera pléyade de nombres que dieron resonancia a esa fiesta popular. Ella misma, nombra a Lorena Medina Hernández, Avelina Selem, Esperanza Burat, Mercedes Ruiz y Nelly Buenfil, para quienes esta fiesta no es de presencia sino de trascendencia.
La maestra Yoyis Cambranis tuvo una presencia inalterable en los carnavales, durante veinte años, iniciando en 1980, en los que vivió todas las mieles y los sinsabores que dejan este tipo de actividades, que de alguna manera se convierten en competencia de todo tipo y en metas de lucimiento y exposición social, porque hay premios y reconocimientos.
Por ejemplo, quien abre el derrotero, que carro alegórico te toca, presentaciones en la Concha Acústica o ser tomada en cuenta para representar a Campeche en eventos de nivel nacional o programas televisión. Uno de estos reconocimientos fue el de acudir al programa Siempre en Domingo que conducía el Raúl Velazco.
La maestra Cambranis, siendo tan joven, recibió el grande honor de ser entrevistada por el célebre conductor televisivo, a propósito del Carnaval de la Ciudad de las Murallas.
Honor que alcanzaron escasas personas.
Durante ocho años consecutivos sus coreografías, grupos y comparsas ganaron el Primer Lugar en el Casino de Campeche.
Junto a ella, tuvo a su gran amiga Hortensia Alcalá Fernández, también exbailarina de ballet.
Como coronación a su apego a las fiestas de Momo, sus dos hijos, Carlos y Eduardo, fueron, en distintos años, Reyes del Carnaval Infantil de la Ciudad.
Alejada ya de las estas fiestas por recomendación médica, hoy, mira el pasado y se considera un parteaguas en la forma de reunirse y trabajar en la organización de las comparsas. “Antes de mí, todo tenía un sentido pachanguero, los participantes eran impuntuales, informales y les gustaba todo aquello, porque era un pretexto para reunirse y tomar las chevas. Por mi ritmo de vida estudiantil y laboral, tenía que hacer las cosas ceñidas y apegadas a un horario estricto. De tal hora a tal hora en este lugar, porque luego tenía que ir a otro lado. A Muchos no les gustó esto, pero, ni modo, tuvieron que apechugarse.
“Luego, me di cuenta que todo aquello era pelear con todo mundo para darle gusto a la gente. ¡No!, ya no, me dije. Le paré y algunas veces hago algo. En 2016 y en 2017, hice trabajos. Después de esto, salí de esa Isla de la Fantasía que es el carnaval de Campeche”.
La maestra Yoyis Cambranis, además de todo lo anterior tiene su propia academia de ballet que este año celebró su 25 Aniversario y para tal evento trajo al Ballet de Tlajomulco que dirigen Héctor Hernández y Laura Fernández, padres de Isaac Hernández, nuestra gloria nacional del ballet clásico. Así mismo, contrató personal para que le montaran el ballet Dionaea, del coreógrafo cubano Gustavo Herrera.
Estamos en la víspera del año 2020. Ella vive un fervor inextinguible por las actividades artísticas, pese a las enormes vicisitudes.
Hizo un gran evento llamado Tributo al Carnaval de Campeche. Después de él, dice: “mi tiempo en los carnavales ya se acabó”.