Campeche

Rama, tradición que perdura

Ante un desolador panorama de inseguridad y algo de descontento social, es que la rama se mantiene, aunque sea entre pocas personas, las cuales pretenden mantener la tradición y obtener un recurso extra para beneficiar sus bolsillos, así como la cena de navidad.

Desde el primer día de diciembre, las ramas se comenzaron a escuchar en algunas colonias de la ciudad, para que niños y grandes pudieran obtener un recurso mayor a lo que pretendían en esos días, pero fue notable la poca presencia en las calles de estos cantos.

Puede que esto sea a causa de la inseguridad que asola las calles de la ciudad o por una especie de descontento que tienen al no obtener los beneficios que les habían prometido, pero a pesar de esto los sonidos de sonajas, materiales azotados con las manos o varitas y las voces desentonadas resonaron a las puertas de las casas.

Origen de la rama

La tradición mexicana navideña que surge en el sur y centro de Veracruz, y que se ha extendido a los estados de Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, sigue impregnada en la sociedad campechana, la cual continúa con ella porque necesita festejar, cantar y demostrar que siguen vivos, felices.

La tradición de la rama es una actividad cultural afroantillana, arraigada en el puerto veracruzano, y que llega a la isla del Carmen, así como en otros puertos, tal cual en el de Campeche, en los albores de los años 20, aunque no logra penetrar en el ánimo de la naciente población.

Esta expresión musical, surge a partir de una necesidad festiva, tal vez religiosa, que pretende recordar a los que llegaron en su momento a las ciudades, a los puertos, quienes pedían algún apoyo para mantenerse y sobrevivir al aspavientos, igual que la familia divina.

¿Cómo es una rama?

La Rama consiste en adornar una rama de árbol con diferentes motivos y materiales como globos, luces, fruta y caminar con ella durante los nueve días de las posadas acompañadas de cantos y bailes que hacen referencia al nacimiento de Jesús de Nazaret.

Los grupos van de casa en casa y llegan a la puerta a cantar los versos y es tradición que el dueño de la casa entregue aguinaldos (dulces, dinero u otro tipo de obsequios) a los peregrinos.

Actualmente, la rama trata de persistir el azote de los años, con ayuda de las instituciones que aún perduran tal actividad, a partir de los niños que siguen cantándola, como los adultos que la interpretan para obtener una ganancia más en sus bolsillos.

(David Burelo)