Campeche

Eudaldo Chávez Molina

¡Crónicas del T’nab!

La farsa del 11 de agosto…

CAMPECHE, Cam., 4 de agosto.- Fragmentado y debilitado, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) intenta entrar a una etapa de renovación de su dirigencia nacional, por lo que la urgente necesidad de una renovación moral se convirtió en un show mediático que se ha montado por la necesidad de recuperar la confianza de su militancia que emigró con la pérdida de millones de votos que sacudieron los cimientos del PRI y lo llevaron a su inminente extinción, a pesar de la profecía de su aprendiz de mesías.

El proceso interno debió partir de un proceso democrático que no se logró. El divisionismo y la fragmentación del PRI obligó a uno de sus excandidatos a renunciar, y con la salida del ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro Robles se evidenciaron acciones del fraude para una imposición anunciada desde la cúpula de los rezagos de la mafia del poder, quien por dignidad declinó formar parte de la farsa, y tuvieron que meter al juego a Lorena Piñón, a quien le había negado su registro porque no llenaba requisitos, todo para que la imposición no fuera muy transparente.

Los actores políticos del Partido Revolucionario Institucional saben, más que nadie, que deben sacudirse el estigma de la corrupción si quieren mantenerse en la contienda política, pero es una misión imposible, ese partido tiene una marca indeleble que los ha estigmatizado de por vida.

En un escenario donde prevalece el imperio de la ley, el PRI enfrenta hoy en día la acción de la justicia, destapada la cloaca de la corrupción generada hace casi un siglo, replicada y aumentada en el sexenio del peor Presidente de la República Enrique Peña Nieto, si en realidad se aplica la ley no quedaría ni un priísta libre, pero tampoco alcanzarían todos en las cárceles mexicanas.

Ese es el caudal político que se juega en esta farsa interna, donde la voluntad de su militancia no cuenta en esta “elección” del 11 de agosto, eso lo de menos, cuenta más la compra del voto.

Infructuosamente y sin lograrlo, en el discurso pretenden despojarse de todo lo que huela a Enrique Peña Nieto, a Javier Duarte, César Duarte, Tomás Yarrington, Emilio Lozoya, Roberto Borge, Roberto Sandoval, Rodrigo Medina, Andrés Granier, Rosario Robles, Luis Videgaray, Osorio Chong, Enrique Ochoa Reza, Romero Deschamps o los hermanos Moreira, por mencionar solamente a algunos de los corruptos más encumbrados por los gobiernos del “PRIAN”.

Es imposible que se deslinden de los escándalos más grandes de corrupción como los casos de Odebrecht, la Casa Blanca, la “Estafa Maestra” versión 1, 2 y las que le sigan; es imposible, están marcados en forma indeleble, nacieron para delinquir, su cleptomanía es de genética, no tienen remedio. No pueden cambiar.

Sin embargo, el fantasma de la corrupción que reivindicó el expresidente, Enrique Peña Nieto los persigue. El PRI tiene una misión imposible, dentro de la oportunidad de renovarse o morir, escogió su muerte. Desde un principio se instauró un proceso de elección interna viciado de origen, con cartas marcadas por la antidemocracia, ese vicio que tanto detestan los electores potenciales.

Pero en la realidad, reciclan a sus políticos y sus viejas prácticas, que hasta en otros partidos donde son recibidos, terminan por contagiar de corrupción y viejos vicios a los partidos donde van.

Un caso es MORENA, invadido por prianistas que están padeciendo este contagio. Los priístas simulan cambiar, pero les gana la inercia de prácticas irregulares ejercidas durante los 90 años de su existencia, el proceso interno es un ejemplo de que los vicios de siempre están hoy más vigentes, se roban y compran votos entre ellos mismos.

Los incandidateables

Los ciudadanos lo están observando en la contienda por la dirigencia nacional del PRI, donde ya se cuestiona a los aspirantes y al proceso interno. Se tiene a Ulises Ruiz, quien gobernó Oaxaca entre acusaciones de represión a los grupos opositores a su proyecto, y con conocida fama de “operar” elecciones a favor del tricolor.

Hoy se erige como defensor de la honestidad y exige la expulsión de las filas de ese instituto político del ex presidente, Peña Nieto, por el “desprestigio” que los actos de corrupción cometidos tanto por él, como algunos miembros de su gabinete y los gobernadores que impulsó, le ocasionaron al tricolor.

También se ha exhibido al Gobernador de Campeche, Alejandro Moreno, quien pretende ser el rostro joven del PRI, pero hace campaña usando los recursos públicos del Estado, como lo ha denunciado el ex Gobernador de Oaxaca, Ulises Ruíz, y se dice que con esos recursos ha pagado una costosísima entrevista con Milenio como última estrategia por posicionar su imagen y se autonombre, candidato a la Presidencia de la República tan solo para negociar impunidad, porque sabe que nunca ganará la elección.

Además, tiene como compañera de fórmula a Carolina Vaggiano, esposa del ex Gobernador Rubén Moreira con un caudal de corrupción y deshonestidad en su propio Estado, y quien actualmente es secretario de organización del PRI, es decir, el responsable de las elecciones del partido. Juez y parte en un proceso donde contiende su esposa; ese caudal de corrupción es el capital político que se están disputando.

En tanto el ex rector de la UNAM, José Narro, quien fue Secretario de Salud en el gobierno de Peña Nieto, también aspiraba a dirigir el PRI y con su perfil académico buscaba ser la cara de la honestidad. Y terminó renunciando al darse cuenta que la dirigencia del PRI nacional ya estaba decidido a favor del campechano por la cúpula partidista y sus miembros de élite, los rezagos de la mafia del poder.

Al ver que solamente sería una comparsa decidió renunciar, en tanto las dos mujeres que le hacen el juego tendrán su recompensa por el ridículo que están pasando en la simulación democrática montada en el escenario del espectáculo político.

Mismos discursos

¿Con estos barbajanes de candidatos quiere el PRI dar la imagen de renovación? ¿Con qué discurso querrá convencer a los ciudadanos de que ya no será un partido de corruptos? ¿Cómo convencer a los mexicanos de que la camada de corruptos que encabeza Enrique Peña Nieto y que hoy están bajo la lupa de la justicia son honestos, cuando su madriguera es el PRI?

Hace 90 años se ha venido escuchando este discurso lapidario, y Claudia Ruiz Massieu la retomó en su definición de lo que quieren ser: “un partido de ciudadanos abierto a su militancia y a la sociedad, un partido horizontal e incluyente, un partido democrático en el que sean los militantes quienes tomen las decisiones importantes. Un partido congruente que, hacia adentro y hacia afuera, practique y exija la rendición de cuentas, demuestre su vocación de servicio y reivindique el ejercicio ético de la política y del poder. Un partido valiente que reconozca sus errores y pregone sus aciertos; que gobierne con cercanía, sensibilidad, eficacia, honestidad y visión; y que sepa ser la oposición que México necesita: firme y crítica, pero también constructiva”. Es el mismo discurso del ex Gobernador de Campeche.

¿Cuántas veces se ha escuchado un discurso de esta calaña por parte de los dirigentes priistas? Muchas. Se ha escuchado este discurso hace 90 años, el resultado fue que nunca cambiaron y, por el contrario, se acrecentaron los excesos y los actos de corrupción se multiplicaron, varios de ellos están huyendo al extranjero antes que la acción de la justicia los alcance.

Fantasma del PRI en MORENA

Por esa razón, en la elección presidencial del 2018 el PRI fue relegado como tercera fuerza política, con la votación más baja de su historia: 5 millones de votos ante más de 30 millones que obtuvo Andrés Manuel López Obrador. Tiene 41 diputados de 500 que conforman la Cámara Baja, y 12 de 128 senadores. Son datos de su acta de defunción.

Están muertos, pero el fantasma neo porfirista ronda a la 4T, por lo que, delegados, diputados, senadores, dirigentes estatales y municipales deben converger en la unidad, pero si se dedican a alimentar ambiciones personales, ese fantasma les puede pegar un susto con sus componendas. Prianistas pueden seguir desplazando en puestos claves a los verdaderos morenistas en las delegaciones, impidiendo el avance de la 4T, y una vez incrustados como ahora, volver a recuperar sus cuotas de poder, sus privilegios, y restaurar el conservadurismo neoliberal.

Con una capacidad financiera muy disminuida por la millonaria pérdida de votos, es muy poco lo que puede hacer el PRI en las elecciones que vienen, solamente les queda negociar y pepenar por medio del chantaje político algunos espacios que le permitan sobrevivir y hacer la diferencia que MORENA necesita para hacer mayoría en el Congreso. Es decir, al PRI lo que le queda es unirse a MORENA evitando con esta postura no anclarse en el último lugar de las preferencias electorales.

El PRI es hoy un partido satélite que gira en torno a la mayoría de Morena. Hasta hoy morenistas embriagados de poder no se han dado cuenta de que ya son gobierno, deben de alejarse de las pugnas internas por la dirigencia nacional y estatal de MORENA que los está dividiendo y enfrentando por la infiltración intereses contrarios a los ideales del partido, en tanto otros partidos sacan provecho de los programas federales para fortalecer sus afiliaciones.

El problema del PRI no son los discursos sino los hechos y la corrupción, y todo indica que en la pelea por los despojos del partido mostrarán que no pueden quitarse la marca indeleble de la corrupción, que es el ADN de ese partido.