Aunque se esperaba que, como parte de las exigencias de Movilidad Cero y reforzamiento del distanciamiento social, desde el pasado fin de semana quedaran suspendidas las actividades comerciales del tianguis del Joloch, la realidad es que este mercado informal operó casi en forma normal.
La gran mayoría de los comerciantes de fin de semana que participa en el tianguis de fin de semana son gente humilde que, mediante la venta de artículos usados, ropa, zapatos, electrónicos descontinuados, etc, procura la obtención de un ingreso marginal para complementar sus ingresos familiares.
Este mercado móvil también cumple una función social, ya que en la capital campechana existen miles de familias que subsisten con ingresos marginales, que les impide comprar ropa o calzado nuevo.
El Joloch es también ese sitio en donde puedes encontrar aquella pieza que le faltaba a algún electrodoméstico o cargadores eléctricos de computadoras descontinuadas, entre otras rarezas, cuyo precio es también bastante magro.
Sin embargo, también participan de este negocio de fin de semana, algunos comerciantes, que a juzgar por sus vehículos y vestimenta, no forman parte de los denominados grupos vulnerables, estos incluso son quienes ofrecen a los clientes los artículos más actualizados y de mayor precio.
Sin temor a equivocarnos, para estos comerciantes sí les resultan bastante rentables sus ventas de fin de semana.
Imposible guardar la sana distancia
Debido a la necesaria interacción entre clientes y comerciantes, así como las condiciones del lugar, resulta prácticamente imposible que las personas que acuden a El Joloch respeten la sana distancia.
El Ayuntamiento de Campeche también tiene instalado en el lugar una de sus carpas desinfectantes y dispuso de un grupo de trabajadores que se encarga de proporcionar gel antibacterial a los clientes, sin embargo, debido a que existen diversos puntos de acceso al tianguis, la medida no es tan efectiva.
A pesar del esmero de clientes y comerciantes, la dinámica de movilidad que impera en estos “mercados móviles” de fin de semana, termina por restar efectividad a las medidas restrictivas y es común que, luego de usar el cubrebocas durante un tiempo relativamente prolongado, la mayoría de las personas termine por quitárselo o usarlos inadecuadamente.
Clientes, comerciantes y autoridades saben que están jugando con fuego al mantener abierto este tianguis de fin de semana, sin embargo, ya sea por necesidad o por avaricia, los comerciantes y sus líderes han ejercido suficiente presión para que se les permita seguir trabajando, a pesar del riesgo que ello conlleva.
(Joaquín Vargas)