En cada región, pueblo o comunidad siempre habrá una artesanía que sobresalga y la cual es considerada originaria del lugar, es decir un sello que lo individualiza y lo caracteriza.
Un claro ejemplo de ello tenemos en Tepakán, municipio de Calkiní, en donde se lleva a cabo la alfarería, el arte de convertir el barro en figuras, una de las herencias de sus antepasados mayas, en la que la mujer ha jugado un papel primordial y transmite de generación en generación los secretos y la magia de moldear arcilla.
Este tipo de artesanías se desarrolla en el antiguo torno maya, que consiste en un trozo de madera secular que es girada por la artesana con los pies, mientras que con las manos moldea macetas, tibores y muchos otros objetos ornamentales y utilitarios.
Quien realiza este tipo de piezas, es sin lugar a dudas un artista, y se basa de la experiencia y las enseñanzas que le han brindado, tanto su familia como su entorno, para realizar sus trabajos. Pero, más que nada, la habilidad y el sentimiento con que labora es de lo más importante, pues él es portador de la imaginación e inspiración; cada objeto artesanal que produzca tiene su personalidad, su aura y esencia, la cual las hace diferentes y especiales ante el ojo del espectador y ante el mismo creador, es de ahí que nace la particularidad de las piezas en Tepakán.
Gracias al aprendizaje de este tipo de técnicas artesanales, se beneficia no sólo al arte y la cultura del lugar, sino a la economía local, ya que ese tipo de alfarería también se puede utilizar para la elaboración de artículos más comerciales, como alcancías, macetas, entre otros objetos.
Con información de Cultura Campeche y Xplora
SY