Campeche

Palo de Campeche, en peligro por la tala indiscriminada del sector agropecuario

También conocido como palo de tinte, es conocido como materia para tintura por los mayas prehispánicos, además de sus beneficios para problemas estomacales y úlceras
Desde el siglo XVI, el palo de tinte resultó codiciado por los países europeos / Especial

Uno de los productos naturales que caracterizó a Campeche fue el palo de tinte, el cual es un árbol originario de la Península de Yucatán; de él se extrae un recurso vegetal que fue muy codiciado en el pasado; sin embargo, es bien conocida la verdadera ciencia en las tinturas naturales que desarrollaron los habitantes del México antiguo, quienes gracias a su maestría nos heredaron una amplia variedad de colorantes como lo son la grana, el añil, el achiote y el palo de Campeche, cuyo nombre científico es el Haematoxylum Campechianum.

En la antigüedad, los mayas usaban la madera de este árbol como adorno en forma de arco para sus fiestas; además, el tinte lo empleaban para darles color a sus mantas o vestimentas, así como para pintar los listones con que las mujeres trenzaban sus cabellos. Del árbol se podían obtener colores como el negro, el café o un tono parecido al sepia.

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Durante el siglo XIX, los barcos de vela que entraban a los puertos de Ciudad del Carmen y de Campeche cargaban en sus bodegas un abanico de productos provenientes de Europa y Estados Unidos y salían con una única mercancía: el palo de tinte.

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En el caso de la Benito Anizán y Compañía, la cual fue dirigida por dos hermanos franceses, es una forma de ilustrar cómo los extranjeros llegaron a construir un inmenso y a la vez efímero emporio comercial a través de la extracción y exportación del producto.

El comercio de esta madera, ya conocida como materia tintórea por los mayas prehispánicos, inició tempranamente en Nueva España, en 1561 cuando el conquistador y encomendero del pueblo de Calotmul, en la provincia de Valladolid (Yucatán), Marcos de Ayala, descubrió los diferentes colores que proporcionaba este árbol.

De acuerdo con el testimonio de los diversos testigos interrogados en la Probanza de Marcos Ayala de 1578, quien participó en la conquista y pacificación de la provincia de Yucatán, así como Tabasco, junto con los Montejo, había introducido la manera de hacer seda y del palo de tinte logró extraer gran variedad de colores para teñir los paños del virreinato, así como los de la metrópoli y Flandes; el comercio de esos colores sería aprovechado por las naciones europeas, en particular Francia, Inglaterra y Holanda, en aquel entonces famosas por su industria textil.

Los árboles de tinte sobreviven en suelos húmedos e inundables; poco a poco van formando pequeñas agrupaciones que se conocen como tintales; los árboles juveniles con troncos y ramas llenos de espinas cierran el acceso como una manera de sobrevivir; en contraste, un tintal en su madurez se convierte en un pequeño bosque, dominado solamente por árboles que esconden el suelo tras una cubierta gruesa de hojarasca, y son refugio de aves migratorias, reptiles y hasta monos aulladores.

Sin embargo, tras sobrevivir siglos de explotación y saqueo durante la Colonia, hoy en día los tintales están desapareciendo del paisaje campechano, debido a que se queman o talan para que el suelo, húmedo y fértil, sean usados para sembrar caña de azúcar o formar potreros; no obstante, en temporada de lluvias el agua busca su cauce natural y los suelos que fueron de tintales quedan inundados.

Pese al peligro de extinción; este árbol sigue siendo de gran importancia por sus beneficios para curar diarrea, cólicos y úlceras.

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CC