Cultura

Pedro de la Hoz

¿Como si volvieran tiempos idos? Exactamente no es así; veremos. La editorial española Black & Noir dice haber nacido exclusivamente para difundir (comercializar) literatura para ser leída (consumida) en las pantallas de los teléfonos celulares.

Anuncian, y así lo han sostenido, que cada semana estarán disponibles dos capítulos de cada una de las novelas del catálogo con sus correspondientes contenidos extra. Obviamente, para adquirir los capítulos de marras, el lector (usuario, cliente) deberá registrarse en la aplicación creada por la firma. El precio de descarga por entrega se fija en el momento de aparición de las novelas. Black & Noir envía al solicitante una notificación que informa de la disponibilidad de los capítulos de los libros (productos) en su servidor y de las fichas de los autores y otros aderezos añadidos.

Eso sí, una vez se haya completado la puesta digital de cada novela, sus capítulos y contenidos adicionales permanecen accesibles para el repaso de los lectores (compradores). ¿Y si alguien se perdió un fragmento? Pues a comprarlo se ha dicho, pues como afirma la casa, “en el caso de que te faltase alguno o por si no los conseguiste cuando aparecieron semanalmente”, la venta sigue en pie.

Black & Noir, como su nombre indica, se especializa en literatura policial, detectivesca, de intriga criminal. Javier Valenzuela, en revista Crónica Negra, aplaudió la iniciativa (el negocio): “Con Black & Noir vas descargando novelas por capítulos en tu iPhone o dispositivo Android y las vas leyendo allí; el tamaño y la calidad de sus pantallas convierten a los móviles en aceptables bibliotecas”.

En 2017 fue el estreno con cuatro novelas: Emma, de Rosa Ribas; Godor, príncipe de Dinamarca, de David Llorente; Vieja entrepierna humeante, de Manuel Barea; y #madridprisión, de Paco Gómez Escribano.

Los autores fueron contactados por la editorial para que crearan esas producciones a sabiendas de que debían circular por vía digital, segmentadas y a cuentagotas. El pasado 23 de noviembre Black & Noir volvió a la carga con la segunda fase de su producción literaria audiovisual con nuevos títulos, nuevos contenidos extra y nuevas opciones y posibilidades: cuatro novelas, un centenar de videos, suscripción a las novedades y sus extras a precios especiales y opción de compra de novela completa y extras a mitad de precio en el caso de los títulos publicados hace un año. Pura mercadotecnia con aires propios de los mercados cuando las ofertas de fin de año se aproximan. Esta vez con Querida Elsa, de Graziella Moreno; El caso Martel, de José María Espinar; El abismo, de Juan Enrique Soto; y La luna cangrejo, del repitiente David Llorente, que le ha tomado el pulso al estilo.

Al enterarse de ello, un colega cubano comentó: “¿Creerán haber descubierto el agua caliente, o estarán reinventando a Eugene Sue y Alejandro Dumas?”.

Él y yo pensábamos en la tradición folletinesca relacionada con el auge de la era Gutenberg en la Europa del siglo XIX y, ¿por qué no? en nuestras tierras. Los misterios de París, de Sue, y Los tres mosqueteros se publicaron por entregas. El mismísimo Balzac comprometió la salida de una novela por año en una revista parisina entre 1837 y 1848, y andaba siempre apurando a su genio para cumplir con el compromiso contraído con editores y lectores que ya habían adelantado la suscripción.

Sin embargo, la literatura en los espacios digitales responde a otras realidades. El investigador español Javier Carbonell Pérez, al evaluar el fenómeno, ha observado: “Ya no es que interioricemos la lectura o hayamos desarrollado técnicas de lectura rápida, es que en muchas ocasiones casi ni leemos el texto, nuestra vista se mueve directamente entre las palabras resaltadas, entrecomilladas, de colores (…) Todo cambio lleva implícito un debate sobre los beneficios y los perjuicios asociados. Este caso no podía ser distinto, y en la actualidad son muchas las voces que hablan de efectos negativos en la capacidad de concentración, en la profundidad de análisis y en la asimilación de contenidos, aunque también las hay que hablan de nuevas capacidades de relación, de mayor habilidad de abstracción e incluso de la posibilidad de realizar actividades de forma multitarea”.

Por ahora el libro de papel no ha muerto.