Cultura

Fernando Muñoz Castillo

III

–Del Dios del Sueño heredó la pasión por las historias imaginarias y de su madre la sensatez, la quietud y placidez de la noctambules, cuando se duerme con la conciencia tranquila. Aunque en los tiempos que corren los únicos que duermen tranquilos son los mafiosos que esquilman y matan al prójimo, y los que duermen a salto de mata son los pacíficos y honestos seres humanos que viven aterrorizados sin poder contener la infamia y la violencia creada por aquellos.

Aunque se le educó para tener un equilibrio en su visión de la vida de los hombres, en ocasiones se le chisporroteaba todo y era muy simple o inquieta como toda fémina, y meloseaba coqueta a su hermana la Mentira, y juntas se divertían de lo lindo realizando parodias y farsas de la humanidad.

Un día que andaba de pinta y después de comer unos hongos, vagaba por los bosques y entre los centauros y ninfas, que jugaban pesca-pesca, se encontró junto a un manantial de agua límpida y cristalina a un pobre hombre chuchulísimo, el cual se había enfermado por andar buscando la inspiración exacta para descifrar el “misterio”, antes de entregar el equipo.

Como buen hombre probo, primero bebió y luego se lavó del agua del manantial, acto seguido se arrodilló y oró hasta que las sombras de la noche hicieron que esta luciera su traje lleno de estrellas, luceros y cometas.

Fábula, traviesa y maldosa como siempre, en vez de ser caritativa con ese pobre “chuchul”, incitó a la Mentira, para susurrarle al oído cuando lo vieran más dormido que un tronco caído:

–La vida de los dioses puede entenderse si se le compara con la de los hombres; los secretos del cielo se hallan en la tierra.

El erudito y sabio hombre despertó inquieto con aquel sueño.

Así que comprometida y responsablemente redactó la idea que había visto en sus sueños y la escribió para los hombres del futuro. El murió dos o tres días después, ya que al fin podía descansar en paz.

En poco tiempo, más rápido que un relámpago, la idea se divulgó por los cinco puntos cardinales del mundo.

Fueron pocos los que se preguntaron qué utilidad tendría cambiar el problema de la tierra al cielo. Pero la gran mayoría, como siempre, instigados por las feas Erinias, se entusiasmó con esta idea como si fuera la barata más barata del año.

De esta manera comenzó a entender el mundo de los dioses, comparando con imágenes de sus insípidas e insultantes vidas. Fue así como los problemas de la repulsión o unión de las fuerzas celestes lo interpretaron como problemas sexuales de alcoba. Los seres humanos todo lo relacionan con el sexo barato de comedia medio pornográfica y obscena. Les fascina esto.

El problema comenzó verdaderamente cuando se dieron a la tarea de labrar en piedra, madera o mármol cada vez más humanos a los dioses, y no faltó algún poderoso, de esos que siempre sobran, que exigió que lo divinizaran con una estatua de lata. Y, pues, así comenzó la moda de erigirse estatuas en todas las avenidas y rotondas de pueblos, villas y ciudades.

Indignados los dioses por todo este atropello y confusión que ocasionaba oleadas de errores y groserías a sus entidades divinas, se juntaron en una sesión plenaria para juzgar la terrible imprudencia de la bipolar Fábula.

Continuará.