Cultura

Carlos Saura y Don Giovanni

Cuando entre 2006 y 2009 el notable cineasta español Carlos Saura se entregó a la filmación de Don Giovanni (Yo, Don Juan), no fue precisamente su intención llevar a la pantalla la popular ópera de Wolfgang Amadeus Mozart, sino poner en el centro del drama los trabajos y las angustias del libretista Lorenzo da Ponte (interpretado por Lorenzo Balducci), su contubernio con el libertino Giacomo Casanova, su participación en los textos mozartianos Las bodas de Fígaro, Don Giovanni y Cosi fan tutte, la deuda contraída con Antonio Salieri que lo atrajo a Viena para escapar de la Inquisición italiana y el destierro dorado en América del Norte.

La sociedad Amigos de la Opera, de La Coruña, Galicia, propuso a Saura volver a Don Giovanni, al original. Es decir, a la ópera y no a la fabulación de una película relativamente exitosa. Saura aceptó el desafío. Unos, amplia mayoría, dicen que lo consiguió; otros, puristas puntillosos, que no. Nadie fue indiferente a la apertura de la temporada lírica 2019-2020 del teatro Colón, de la ciudad atlántica, con el título de Mozart, dirigido escénicamente por Saura, bajo la batuta de Miguel Angel Martínez y con el protagonismo de Juan Jesús Rodríguez (Don Juan), Gilda Fiume (Doña Ana), Simón Orfila (Leporello) y Ginger Costa Jackson (Doña Elvira).

El portal digital Codalario, se lanzó a fondo en el despiece crítico: “Nada en la puesta en escena de Saura hizo pensar que había sido obra de uno de nuestros más importantes directores de cine. Como decorados se incluyeron dos paneles al fondo del escenario, cambiados con pulcritud, pero insuficientes por tamaño y diseño para caracterizar los espacios de la obra más allá del mero acompañar. Sobre ellos se proyectaron dibujos, del propio Saura, no muy afortunados, tratando de contextualizar las situaciones. Ahora un bosque, ahora un palacio… No hubo unidad ni argamasa entre escenografía, luz y vestuario”. En cuanto a los cantantes, absoluta aprobación. El problema tenía un nombre: Carlos Saura.

Anticipándose a juicios como éste, el realizador de Cría cuervos y La caza, explicó su relación con la escena musical: “La ópera no tiene nada que ver con el cine, tiene su lenguaje propio. (…) Son dos lenguajes completamente diferentes. Puede ser que haya alguna relación casi inevitable, pero me enfrento a la ópera con una visión completamente distinta a la cinematográfica. Es una obra que yo planteo desde la simplicidad, está en un límite de contención y espero que así funcione, aunque mucho más de lo que yo puedo aportar lo importante son los cantantes y la música. Mi trabajo como director es el de ordenar los elementos, no es tanto una creación, sino un servicio a la obra y a la música”.

Escuchar a Saura decir esto indica a todas luces una perspectiva de madurez. Hay directores escénicos, confabulados para bien o para mal con diseñadores, que toman como pretexto un título famoso para dar riendas sueltas a sus fantasías. Soy de los que aplaudo la intrepidez, el riesgo, la experimentación –líbrenme santos católicos u orishas africanos de la menor filiación conservadora–, pero una cosa es la intención y otra el resultado.

Al célebre director británico Sir Neville Marrimer una vez le preguntaron por qué prefería llevar la ópera al disco y no al teatro, y respondió: “Porque cuando llego al teatro la ópera ya ha sido capturada por el director de escena, que a menudo ha diseñado algo que no tiene nada que ver ni con el libreto ni con la música; yo siento que ya no puedo hacer nada por enderezar el rumbo y que estoy participando de una cosa con la que no me identifico, así que prefiero el disco, donde… no hay director de escena”.

Saura no es un advenedizo en la escena musical. Como buen español, además de haber dirigido una Carmen, de Bizet, para abrir la temporada 2007-2008 del Palau de les Arts, de Valencia, puesta que renovó tres años después con la colaboración del coreógrafo Goyo Montero.

Al Don Giovanni que acaba de estrenar en La Coruña se añade, como dato singular, que en esa ciudad gallega tuvo lugar en 1798 la primera representación de clásico mozartiano en España. Saura es transparente:

“Me gusta mucho la ópera de Mozart, se han hecho cientos de Don Juanes, pero la ópera de Mozart reúne todas las condiciones para ser un espectáculo estupendo, la música maravillosa y con un libreto muy habilidoso. Es una ópera que se puede seguir muy bien dramáticamente y se sigue muy bien el argumento. Hay una historia muy concreta y está a punto de ser, de hecho es, una comedia con un final trágico como contraste a toda la obra”.