Cultura

¿Quién mejor que Juan Madrid para honrar a Pepe Carvalho?

Pedro de la Hoz

Si alguien puede llevar sobre sus hombros, con legítimo orgullo, la honra de merecer el Premio Pepe Carvalho, es Juan Madrid. Se trata de un galardón anual instituido por el Ayuntamiento de Barcelona para distinguir a autores de cualquier país destacados en el campo de la llamada novela negra o literatura policial, y toma su nombre de la excepcional criatura detectivesca concebida por el inefable escritor barcelonés Manuel Vázquez Montalbán.

En el mundo de la novela negra, a escala internacional, existen unos cuantos premios que resaltan obras y trayectorias. Muy codiciado son los Premios Edgar, en Estados Unidos. En una operación mercadotécnica sin precedentes, un grupo editorial español creó el RBA Internacional de Novela Negra, que atrajo durante la última década a celebridades que presentaron materiales inéditos, tras la sobrevalorada dotación monetaria del lauro. La Semana Negra de Gijón, de manera más modesta pero firme, ha impulsado con el Premio Dashiell Hammet la presencia de autores iberoamericanos.

El Pepe Carvalho existe desde 2006 y entre los reconocidos por la obra de la vida se hallan escritores de primera magnitud mundial, entre ellos James Ellroy, Ian Rankin, PD James, Andrea Camilleri, Andreu Martin y Henning Mankell.

Ninguno fue tan cercano a Manuel Vázquez Montalbán y su entrañable Carvalho como Madrid. A Manolo y Madrid les corresponde una posición delantera en la formulación de las líneas actuales de la novela negra en las letras iberoamericanas, junto al mexicano Paco Ignacio Taibo II, el uruguayo Daniel Chavarría y el cubano Leonardo Padura.

Al anunciar el fallo el pasado lunes 7 de octubre, el jurado, formado por Carlos Zanón (presidente), Antonio Iturbe, Marta Sanz, Xon Pagès, Daniel Vázquez Sallés y Sergio Vila-Sanjuán, subrayaron el “compromiso literario, político y ético” de la obra del autor y proclamaron: “La rabia, esperanza, buena y mala suerte, la injusticia, los códigos morales de vencedores y vencidos que Juan Madrid agita en sus novelas nos explica la historia de nuestro día a día”.

Juan recibe la noticia en medio de la lluvia de elogios que sucedieron a la presentación de su obra más reciente, Perros que duermen, para muchos la más ambiciosa de su cosecha. Sus páginas llevan al lector a la época sombría de la asonada franquista y la posguerra, y a su repercusión en el presente. La trama abarca tres tiempos. Desde 2011 en reversa hacia 1938 y 1945. Tres tiempos que traen al presente un legado personalísimo para Juan Delforo, el protagonista de la novela. Pero con su legado, Delforo también recoge un crucial testimonio para el entendimiento de la construcción de un país, España, cuyo realidad actual se encuentra en deuda con sus secretos. Delforo es escritor, y Dimas Prado se ocupa de entregarle el más trascendental de los argumentos: una pequeña gran historia que el joven escritor irá descubriendo atónito.

Un libro donde la intriga es un fuerte detonante para el desarrollo de personajes complejos, contradictorios y ricos en matices, que nos hacen reflexionar sobre el género humano y la necesidad de contar historias.

Graduado en Historia Contemporánea por la Universidad de Salamanca en 1972, un año después se inició en el periodismo, profesión que ha llevado parejamente a una intensa producción literaria que cuenta con más de cuarenta títulos entre novelas, volúmenes de relatos y crónicas testimoniales, buena parte consagrada al género negro.

Ha trabajado como guionista de cine y televisión, siendo muy conocida su serie Brigada Central. Dos de sus novelas, Días contados y Tánger, han sido llevadas al cine.

Para él, escribir dista de ser un ejercicio meramente intelectual. De ahí su reflexión crítica sobre la actualidad del género en nuestra lengua:

“Cualquiera que eche un vistazo a la novela negra de hoy y a la novela negra de ayer se dará cuenta de que antes se escribía más y mejor. Ahora hay gente que ha vuelto a la novela procedual, es decir, la novela de investigación de un crimen, como hacían los escritores antiguos, por ejemplo, Simenon. Con Franco no existía novela policiaca y nosotros tuvimos una aportación. Éramos cuatro o cinco. Ahí estábamos Vázquez Montalbán, Marsé, yo y no muchos más. Y nosotros fuimos los primeros escritores posfranquistas. Yo conocí a Franco perfectamente porque tenía 19 años cuando murió y mi primera novela es de 1979. Y llevo ya cuarenta años escribiendo. Lo que hace falta es publicar historias donde no salga ganador el sistema y eso no lo permiten las editoriales y no lo permite el sistema”