Ivi May DzibFicciones de un escribidor
Tiene las ideas firmes como si fueran parte de su piel y
un velo cubre su rostro como si no quisiera mostrar
el daño que ha recibido por aquellos que pensó no podrían hacerle daño,
pero no era consciente que el mundo es un lago que se ha descompuesto,
por la avaricia descomunal de aquellos que buscan un negocio redituable donde
no haya presas que opongan resistencia alguna.
Una noche en la que todos habitan desesperanzados sus llamas,
escucha el olor de una mueca lastimera que conoce como llanto
y va en busca del ruido porque en su corazón ha nacido una emoción
que no puede controlar, pero que lo invita a insistir en encontrar el origen
de esa palpitación que no cesa en su alma.
Se acerca en demasía porque el sonido lo tiene muy cerca de sus oídos
y piensa que si tuviera la manera apagaría esa tormenta de la cual
no conoce el origen y al fin lo tiene de frente y con un poco de asco
mira lo que le inquieta y no puede creer que exista eso que tiene ahora
frente a sus ojos.
Es un hombre arrepentido por haber matado a sus hijos y también
susurra haber vendido a su patria y que ahora no le queda más que
una colección de monedas con figuras de personajes que no reconoce.
El quiere acercarse un poco para abrazar ese dolor que lo abruma y
sin darse cuenta alguien le clava una daga en la espalda y sonríe
de manera fría, al igual que el hombre que busca consuelo.
Los dos cazadores se van llenos de regocijo, mientras en el lugar
se escucha el viento triste, como si en este lugar nunca se hubiera matado.
ivimayd@hotmail.com