Cultura

2020

Jorge Cortés Ancona

El año entrante será gustoso para quienes se guían de las supersticiones de los números. Para todos los que creen que las cifras esconden secretos y claves que permiten desentrañar los hechos desconocidos del universo o de las presuntas leyes que rigen la vida humana.

En el fondo, este asunto de la secuencia numérica de los años es algo casual, una creación circunstancial debida a decisiones humanas conforme a normas culturales que terminaron imponiéndose en el mundo. Pero la creencia en el poder numérico no deja de prestarse para entretenerse en los ratos de ocio y para engañar a los crédulos.

El 2020, es un año de dígitos duplicados de manera alternada, lo cual da una cifra gráficamente divisible en dos partes simétricas. Por las curvas y círculos parece casi la representación esquemática de un ciclista en bicicleta o de un guerrero antiguo con su escudo.

Además de que en arábigos refleja doblemente la base del sistema vigesimal, si lo representamos en números mayas resultará que incluye los tres signos básicos en orden jerárquico: la raya, el punto y el cero, que equivalen a 400 x 5 más 20 x 1 más 1 x 0. Esto haría pensar que es un punto de partida o una cifra base para elucubraciones esotéricas de quienes tergiversan las aportaciones de conocimiento de las grandes civilizaciones.

En estos tiempos de larga edad, cuando cada vez se ganan más años a la vida, hay varias decenas de yucatecos que viven por segunda ocasión un número duplicado, dado que nacieron o pasaron su infancia en el año 1919. Y ojalá que sean muchos los que puedan presumir dentro de ciento un años haber vivido de nuevo un número simétrico.

Y quizá la ciencia adelante tanto en tiempos futuros, que haya humano andante actual que llegue a vivir los cuatro doses. De todos modos, en nuestros pocos o muchos años ya vivimos un número capicúa, el 2002, que también hizo felices a muchos, aunque no se supiera exactamente por qué, más allá de la simpleza visual, y pasamos ansiosos el 2000, con los temores inherentes a un nuevo siglo y a un nuevo milenio.

La economía verbal ya se está haciendo presente con la facilidad de decir “Ahora en el veinte-veinte”, a manera de los anglosajones que acostumbran mencionar los años divididos en dos partes, como en el que culmina convertido en “twenty-nineteen”.

Aunque los ceros no son muy del agrado de quienes juegan lotería o participan en rifas, habrá que ver si no aumentan las compras de billetes terminados en el número veinte. Lo mismo pensarán los que cumplan este año esa feliz edad, aquellos que van con el siglo y con el milenio, tal vez convencidos de que será un año redondo y lleno de felicidad. Esperemos que así sea para ellos y para todos: que nos sea propicio este año simétrico, andante y guerrero.