Cultura

Las heroínas anónimas hiperfans del rock: las groupies

Conrado Roche Reyes

Este tipo de fans surgió en la década de los años sesenta, cuando las ideas de la revolución sexual y el feminismo se extendieron hasta los países anglosajones. Las chicas buscaban el contacto sexual con músicos de rock, ser las novias que los acompañaban en las giras, formaban parte del circo de la música rock, y muchas de ellas han trascendido la anécdota. Hoy, en las biografías de los Rolling Stones, The Doors o Led Zeppelin, se incluye la importancia de mujeres como Connie Hamzy, Bebe Buell o Sable Starr. Pamela Des Barres, la fan más famosa del mundo por sus libros de memorias y la lista de músicos con los que se ha relacionado, escribió en el estilo provocador de un roquero de los setentas, que su papel en la vida de estos famosos no había sido el de una prostituta, sino que lo suyo se parecía más al de María Magdalena con Jesucristo.

El consumo dirigido desde al nacimiento del rock al público adolescente y un turbio ideal masculino –la quinceañera–. Existe un catálogo completo de canciones dedicadas a las jovencitas, desde “Sweet Little Sixteen” del año 1958, de Chuck Berry, o “You’re Sixteen You’re Beautiful and you’re Mine”, de Johnny Brunette.

En los sesenta, chicas de catorce y quince años escapaban de sus casas y dejaban todo por seguir a sus artistas, meterse en la cama de ellos y acabar siendo parte de su séquito. Eran ya unas “groupies”. Es muy curioso el enterarse de las aventuras de las groupies más famosas de los años sesenta y setenta. Toda su vida no se diferencia en nada a la de una prostituta. No juzgan tan severamente ni al traficante de drogas que acompañaba a los grupos o a los managers que lucraban con su trabajo.

El público femenino –siempre minoritario en los conciertos–, siempre ha sido sistemáticamente vilipendiado por estas muestras de afecto a los músicos. Los críticos y la gente en general lo tipifican como el histerismo, una dolencia de mujeres que nunca han tenido el criterio y conocimiento suficientes para apreciar la música pop, que a ellas sólo les interesa la apostura de los músicos. Gravísimo error de concepción.

El desprecio a las fans y en especial a las groupies olvida que las chicas fueron uno de los motores de la evolución del rock y del pop. Fueron ellas las que apoyaron a los grupos y mantuvieron la industria, pero es más fácil catalogarlas como histéricas candidatas todas a groupies –lo que nada tiene de malo–. Paty Boyd, modelo y actriz, sigue siendo considerada una groupie. George Harrison se casó con ella. Y Eric Clapton, su segundo marido, la siguió durante años, hasta que Paty dejó a los dos. Nadie ha reparado en que hay un repertorio de canciones, algunas de las más famosas de la década de los setenta, escritas para ella “(Layla”).