Cultura

Por Miguel Barnet

La muerte de Chelo Alonso a los ochenta y cinco años ha sorprendido al mundo del espectáculo y al gremio cinematográfico italiano. Actriz y bailarina excepcional, Isabel Apolonia García Hernández fue valorada como una artista de múltiples dotes escénicas.

Nacida en un central azucarero de Camagüey, Isabel Apolonia, conocida como Chelo Alonso desarrolló una carrera meteórica en el cine italiano y en el mundo del espectáculo tanto en Cuba como en Estados Unidos y en Italia. En 1957 fue contratada por el famoso Folies-Bergere de París, convirtiéndose en toda una revelación.

De madre mexicana y padre cubano, Chelo Alonso alternó como actriz con Anita Ekberg, la sueca de senos turgentes en el filme de Michelangelo Antonionni Bajo el signo de Roma y en muchas otras películas italianas del género péplum de la épica histórica y los spaghetti western. Fue calificada con varios apodos, entre ellos, la revelación del cine italiano, la reina del péplum y la Josephine Baker cubana.

Alternó la pantalla con figuras como Vittorio de Sica, Alberto Sordi, Steve Reeves y Lex Barker, entre otros muchos.

Se retiró de la pantalla en 1968, pero quedó para siempre en la memoria del público cinéfilo y de los teatristas. Murió el 20 de febrero en su villa de Mentana, en Roma.

La muerte de un mito (elegía)

Ha muerto Chelo Alonso en Roma

Nació en un central azucarero del Camagüey

de madre mexicana y padre cubano

Creció con las piernas largas y torneadas

Masticaba los trozos de caña del central

aun con sus pequeñitos dientes de leche

y extasiada bebía su zumo dulzón

Quiso ser bailarina y lo logró

por sus bellos ojos negros

y desde luego por sus piernas largas y torneadas

Entre rezar el rosario y bailar los mambos

de moda prefirió lo último que la llevó al cine

europeo y a ser calificada como la Josephine Baker cubana

lo que supone que también fue adicta a los platanitos.

A los diez y siete años ya estaba picada

por los alacranes de la fama

y le tendió un cable a la eternidad

con su escultórico cuerpo de lunares encendidos

Pasaron los días y los años, crecieron las aguas

y ella pudo vencer al diluvio

con películas de western spaguettis

y jarras de vino tinto

Fue puesta en tela de juicio

por un tribunal censor de la época

hasta que finalmente quedó absuelta

de toda complicidad con la fiebre del escándalo

sicalíptico y las bolsas de monedas envenenadas

Tuvo un hijo de su matrimonio

con un afamado productor cinematográfico

y se despidió del mundo a los ochenta y cinco años

con el crédito de la falsa inocencia

y una pizca del pecado original

Su último gesto antes de morir

fue levantar la pierna izquierda

con un acceso de tos clavado en el pecho

y la añoranza del sabor dulzón

de su pueblo natal