Cultura

Pedro de la Hoz

La salsa se hizo para bailar. En pareja mediante complicadas coreografías o en solitario, está hecha para gozar a golpe de ritmos caribeños. Cualquiera diría que no hay que dar más vueltas al asunto. Pero no; en La Habana los anfitriones y los bailadores que durante cinco días, hasta el pasado fin de semana, asistieron a un festival que tuvo lugar en las áreas boscosas aledañas al río Almendares, despliegan argumentos para defender la salsa como un fenómeno musical que merece ser también escuchado.

El IV Festival de la Salsa quiso ir más allá y más acá de la salsa, en el sentido de que el bailador y el oyente sepan de una vez por todas que se está hablando de un conglomerado de géneros diversos aunque confluyentes, al que se le ha dado un nombre comercial aglutinador.

En otras palabras, que el bailador y el oyente comprendan que detrás y delante de la salsa están, por la parte cubana, el son y la guaracha, el chachachá y el mambo, el danzón y la rumba, y también, por lo que compete a territorios cercanos, la plena y la bomba, y hasta el jazz latino.

Cuando a Tito Puente le preguntaron qué era la salsa, respondió con otra pregunta: “¿Se refieren a un aderezo que le echan a las comidas?”. El musicólogo Leonardo Acosta puntualizó: “La salsa no es una sola, existen varias músicas dentro de la salsa.

Para los músicos que animaron el festival habanero, lo importante fue reunir en un mismo espacio a varias de las agrupaciones de música actual de baile de mayor convocatoria popular y poner a disposición de públicos nacionales y foráneos repertorios y modos de hacer que nutren el imaginario festivo.

Por los escenarios desfilaron El Noro y Primera Clase, Tania Pantoja, Issac Delgado y su Orquesta, Manolito Simonet y su Trabuco, Chispa y los Cómplices, Maravillas de Florida, Adalberto Álvarez y su Son y Havana D´Primera, Pupy y Los que Son Son, Elito Revé y su Charangón, NG La Banda y Klimax.

Un modo de enlazar la tradición con lo que ahora mismo sucede en este tipo de música se tuvo con la presentación de la Orquesta Aragón, la más popular y consolidada entre las agrupaciones charangueras en el país, con fama internacional.

El cierre correspondió a Los Van Van, fundada por Juan Formell y hoy a cargo de su hijo Samuel. En cincuenta años, ese colectivo ha sabido renovar continuamente su jerarquía a la vanguardia del movimiento de la música popular bailable.

Por primera vez el festival atrajo a su cartel un invitado no cubano, en este caso el salsero puertorriqueño Jerry Rivera. Lo precedió Haila María Mompié, intérprete cubana de música tropical que dedicó buena parte de su presentación a su disco Con todo respeto, un homenaje al compositor mexicano Armando Manzanero. Ella fue parte del público que se quedó a ver a Rivera, junto a buena parte de los mejores directores cubanos de orquestas. Rivera ofreció un extenso repaso de sus éxitos, que lo hicieron muy famoso en Cuba durante los años 90 y principios de los 2000, entre ellos Qué hay de malo, Cara de niño, Lloraré y Vuela alto.

Al final del concierto pidió retratarse con todos sus músicos y varios colegas cubanos. “Es que deseo que este momento histórico sea visto por la gente de mi país”.

La cita, que contó nuevamente con el respaldo de la corporación cubana de la industria cultural Artex, nació por iniciativa del director de orquesta de baile y compositor Maykel Blanco, a los 38 años de edad líder de la banda Salsa Mayor.

El festival es solo un peldaño en un esfuerzo superior: “Como artistas cubanos –expresó– estamos en la obligación de seguir dándole el lugar que le corresponde a la cultura cubana y no dejar que se pierdan ciertos valores que a través de muchos años nos han distinguido en el mundo. Creo que hay un elenco de músicos muy talentosos y buenas orquestas, pero a la misma vez creo que nos falta organización y trabajar más sobre los temas de producción. Por eso hace unos días nos dimos a la tarea algunos directores o líderes de orquesta de reunirnos y trazar algunas estrategias, siempre apoyándonos en las instituciones, con el único propósito de unificar a todos los músicos que hacen música popular bailable para articular una proyección naciónal e internación más a tono con nuestros tiempos”.

¿Y la salsa? Póngale el nombre que se ponga, la respuesta está en el fervor que sea capaz de generar en oyentes y bailadores.