Cultura

Ivi May Dzib

Apuntes de un escribidor

I

Actualmente una parte de la comunidad artística en México se siente agraviada e insultada por la postura que está tomando el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) y su titular Mario Bellatin, quien anteriormente dijo que el Fonca necesitaba una refundación más que un arreglo, ya que al hacerse una revisión se encontraron desfalcos y anomalías que no eran conocidas por la mayoría de la comunidad; en su momento el escritor declaró que “el gran reto del Fonca es transparentarlo, ciudadanizarlo y volverlo horizontal, que sea una herramienta que puedan utilizarla los artistas de este país de manera abierta, libre y democrática”, y es que se ha dicho que los recursos del Fonca son para un reducido número de artistas que han creado un monopolio de los recursos públicos, grupos de amigos que aprueban quiénes tienen los recursos y quiénes no y hay que quedar bien con ellos para tener una rebanada del pastel. Se dice que el Fonca en realidad funciona de manera centralista, ya que los jurados son los mismos creadores que reciben las becas y, por lo mismo, favorecen a sus alumnos o a sus conocidos, cuando se califica a los postulantes provenientes de provincia y el jurado es del centro del país y no conoce el trabajo de algún postulante de otra parte de la república mexicana, lo primero que hace es preguntar a algún creador de ese estado que se encuentra en una posición privilegiada si vale la pena becarlo o no, la recomendación de ese creador influye en el otorgamiento de la beca, de ahí que un reducido número de artistas del interior de la república indirectamente también tienen influencia en la aprobación de una beca, influencia y poder, lo que ha provocado que muchos sientan la necesidad de satisfacer o quedar bien con los grandes maestros y maestras a quienes se les consulta sobre el trabajo de sus paisanos.

Las declaraciones que ha realizado el nuevo director del Fonca, en la que habla de democratizar los procesos ha provocado que muchos artistas estén temerosos de que los recursos que año con año reciben se encuentren comprometidos, de ahí que se le envió cartas al nuevo titular para que aclarara qué pasaría con esos recursos; hubo una presión para que se especificara qué pasaría con los programas y en días pasados se realizó en la ciudad de México un foro de consulta sobre el Fonca que convocó el propio Bellatin, aunque él no acudió al foro, lo que hizo que parte de la comunidad artística se enardeciera aún más, ya que durante el evento se presentaron estadísticas que corroboran lo que era un secreto a voces, porque decirlo en voz alta muchas veces significaba perder el hado que te llevaría a la trascendencia institucional: el Fonca desde la estadística es una pequeña mafia.

El coordinador general del Fonca, Roberto Frías, fue quien se encargó de exponer cifras que nos muestran una realidad: “en 30 años, el Fonca recibió 128 mil 268 solicitudes, de las que sólo 22 mil 23 recibieron apoyos, correspondientes a 11 mil 872 personas, pese a que el Inegi (en 2013) reportó 2.2 millones de personas dedicadas al arte en todo el país”.

Afirmó Roberto Frías que “en 25 años el Sistema Nacional de Creadores otorgó recursos a mil 597 artistas, algunos de los cuales obtuvieron el beneficio hasta por 21 años (no aportó nombres); que 243 artistas obtuvieron un estímulo de entre cuatro y seis mdp por persona; que algunos beneficiados por el Fonca recibieron hasta 25 tipos de estímulos en diferentes convocatorias y temporalidades, y que cinco grupos escénicos obtuvieron recursos hasta por 14 años”.

Estas estadísticas molestaron en demasía a un gran sector de la comunidad, acusando a los nuevos titulares del Fonca de manipular las estadísticas y usarlas de manera facciosa para que la comunidad artística se fuera en contra de un determinado grupo de creadores, porque a pesar de no decir nombres se sabe quiénes son los que han recibido apoyos de forma continua desde principios de los años 90 hasta la fecha. La narradora y ensayista Laura Emilia Pacheco dice: “El Fonca es una de las cosas que funcionaban bien, para qué deshacerlo”; la pregunta es: ¿funcionaba bien, para quiénes y para cuántos?

Continuará.

ivimayd@hotmail.com