Edgar Rodríguez Cimé
Si como afirma el poeta nahual Mardonio Carballo, los ciudadanos de los pueblos originarios hablan dos idiomas y poseen dos cosmovisiones: española y mesoamericana, entonces el comprender dos universos culturales diferentes les aumenta sus conocimientos por arriba de quienes únicamente nos movemos en una sola cultura: la mestiza, resultando –en buen castellano– personas “cultas”.
Esta apreciación antropológica choca de frente con la opinión común entre la población en Yucatán sobre el pueblo maya: “ignorante”, “atrasado”, “inculto”, por lo cual son discriminados. Debido a esta “mala imagen social”, cuando estos andan en las ciudades tratan de camuflajear su identidad negando en primera instancia su idioma originario, trocándolo por el castellano, para evitar la discriminación por el lenguaje hablado.
Hablan perfectamente el maya desde que el autobús sale de la lejana comunidad maya de Peto, y continúan parloteando, como obreros cubanos en las guaguas al salir del trabajo por las tardes, en su idioma originario (el mismo de Kan Ek, Ay, Chi y Pat), hasta después de atravesar Muna; pero ya en Umán, municipio pegado a la racista capital del estado, metamorfosean el habla y descienden en Mérida hablando español, para evitar la discriminación, como me aclaró la escritora y directora de teatro maya María Luisa Góngora, de Oxkutzcab.
Sin embargo, su idioma originario es el maya porque lo aprendieron al comenzar a hablar nombrando con palabras las cosas más elementales, con sus detalles dentro la cosmovisión nativa. No lo saben escribir, pero lo hablan muy bien. En Yucatán, el maya es un lenguaje oral. A diferencia del castellano, aprendido a fuerzas para evitar la discriminación étnica, del que desconocen muchas reglas del lenguaje y no poseen la seguridad para hablarlo correctamente. Pero lo entienden como para comunicarse socialmente.
Me parece que existe una enorme brecha entre llamar despectivamente al pueblo maya “atrasado”, que considerarlo como “pueblo culto por hablar dos idiomas y comprender también dos universos culturales”, por sobre quienes solamente hablamos un lenguaje y únicamente comprendemos nuestra propia cultura: la mestiza.
Para valorar la enorme importancia de hablar dos idiomas y entenderse en dos culturas diferentes, pongo el triste ejemplo de cuando me extravié en el Metro de Londres, Inglaterra, del grupo de mexicanos que asistíamos a un congreso de la Organización de Naciones Unidas donde se abordaría la experiencia mexicana de los Consejos Populares Juveniles: ¡Me salvó el saber lo básico del idioma inglés para solicitar ayuda con el personal oficial para encontrar a mi gente!
Ellos, los mayas de la península de Yucatán, se mueven y entienden dos universos culturales diferentes, mientras nosotros, los mestizos, únicamente en uno.
Colectivo cultural Felipa Poot Tzuc