Cultura

Ecos de mi tierra

Luis Carlos Coto Mederos319Cualquier tiempo pasado…

Pueblo amigo, desearía

dar un brinquito al pasado,

tiempos de lechón asado,

de bandurria y canturía.

El tiempo de la alegría

cuando yo bailaba inquieto

con El Bombín de Barreto,

oh, tiempo de los guateques,

los caballitos de queque

y el dulce de coco prieto

Se dice que fue mejor

cualquier tiempo ya pasado

y ese refrán no ha dejado

de mantener su valor.

Yo, guajiro agricultor,

al guateque concurría,

bailaba, me divertía,

me llenaba de empanadas

y si repartían trompadas

alguna de ellas cogía.

Por culpa de una mascada

de tabaco en el Corojo

por poco pierdo yo un ojo,

bailando una madrugada.

Una vieja encabritada

la mascada me tiró,

y cuando el bulto llegó

en un ojo me hizo “fuas”

y otro que estaba detrás

también su chispa cogió.

Pero, ¡qué tiempos aquellos!,

dulce juventud la mía,

la cara lisa tenía

y muy negros los cabellos.

Los ojos grandes y bellos,

el pecho más levantado;

y hoy estoy desencantado,

gimiendo mi pesimismo

porque el envase es el mismo

pero está deteriorado.

Chanito Isidrón

320Por el blúmer de Flora

Señores, el otro día,

me fui a hacer una visita

a casa de una amiguita

que oírme cantar quería.

Y en un grupito que había

de damas en el lugar

se ponen a averiguar

un chisme que, en conclusión,

trajo hasta la habitación

al vecindario a escuchar.

Sucedió pues, que María

le dijo en secreto a Flora

que allá en casa de Pastora

le habló Venancia y Sofía.

Y que también Rosalía

supo por boca de Elena

que Leopoldina y la Nena

tenían la conversación

de Amparo y Encarnación,

Prisciliana y Filomena.

Filomena dijo que ella

supo en casa de Joaquina

que se lo contó Marina

a Tomasa y a la Bella.

Y que de allí salió Estrella

y se lo contó a Mamerta,

que Guillermina y Ruperta

se enteraron con Andrea,

con Ramona y Dorotea

y la suegra de Norberta.

Norberta, según Virginia,

fue quien dijo que Apolonia

en casa de Celedonia

se enteró con Patrocinia.

Y que Anastasia e Higinia

supieron con Serafina

que Petrona y Bernardina

le dijeron que Clarita

hablaba muy mal de Rita

con Nemesia y Eloína.

En silencio mi instrumento

me limitaba a escuchar

y al mismo tiempo a esperar

que se terminara el cuento.

Algo hastiado y macilento

estaba por el bullicio;

entonces llegó Patricio,

el dueño de la morada,

y llamó a su esposa Amada

que estaba al perder el juicio.

Terminó la discusión

que era lo que yo quería

y entonces la amiga mía

me hizo la relación.

Diciéndome: En tu canción

puedes relatarlo ahora,

con tu lira embriagadora,

que se armó este revoltillo

por un blúmer sin fondillo

que le robaron a Flora.

J. H. Roblero