Cultura

Ecos de mi tierra

Luis Carlos Coto Mederos

343

Y eso que era bobo

Hace mucho tiempo había

en Majagua, cierto bobo

que más que bobo, era un lobo

a juzgar por lo que hacía.

Cuando un burlón le ofrecía:

De este medio y del realito

¿con cuál te quedas, bobito?,

aquel bobo sin remedio

le decía: Venga el medio,

porque el real es más chiquito.

Pero una tarde, un viajante

indignado con la gente

le enseñó: Mira, inocente,

el real es más importante

que el medio y, en lo adelante,

solo el real debes coger…

Compadre, déjeme hacer,

saltó rápido el “bobito”,

el día que coja el realito

no me dan más a escoger.

Gilfredo Boan Pina

344

Amor frustrado

De enamorado fui yo

a la choza de don Juan,

pero enseguida verán

el rollo que se formó.

La joven que me gustó

era bella campesina,

una diosa venusina,

trigueñita muy graciosa,

¡Ay! Pero miren qué cosa:

se opuso doña Emelina.

Se opuso doña Emelina

y un domingo, ya de noche,

me dijo en serio reproche:

¿Qué quiere usted con Rufina?

Yo le dije: A su divina

hija la quiero adorar,

pues me deseo casar.

Y contestó muy furiosa:

¡Ay, mi hijito! es que esa cosa

no se le puede lograr.

No se le puede lograr,

ella todavía es muy nueva,

oyó, para que se atreva

a querérmela raptar.

Y yo le quise explicar

cuál era mi fundamento,

pero que, en ese momento

sale el viejo con un jan

y me dice: Canchanchán,

si no huyes te reviento.

Si no huyes te reviento

exclamaba enfurecido,

y yo me salí corrido

cual hoja que lleva el viento;

y lo único que siento

que, al huir por la sabana,

mirando por la ventana

estaba la trigueñita:

parece que la chiquita

me quería de buena gana.

El sinsonte Niquirí

345

El remedio peor

Un señor enloqueció

de manera repentina

y a buscarle medicina

el familiar acudió.

El galeno que lo vio

para curar al demente,

creyéndolo conveniente

para quitar su locura,

quiso practicar la cura

con el método siguiente.

En el vientre a cada hora

siete botones de fuego,

sobre las espaldas luego

un cáustico sin demora;

Si acaso el enfermo llora,

o si lo sienten gimiendo,

lo mejor que recomiendo

es una buena sangría

y tenerlo todo día

metido en el agua hirviendo.

Cuando el loco oyó leer

aquel método tan malo,

cogió un pedazo de palo

y a todos hizo correr.

No se dejó convencer

y gritó: Gente asesina,

yo no me trago esa espina,

es mi destino fatal,

porque si escapo del mal

me mata la medicina.

José de Jesús Rojo