Cristina Híjar González
La semana pasada, el 10 y el 14 de abril, el Departamento de Artes Visuales de la Universidad de Guadalajara organizó una jornada de reflexión y acción sobre el paisaje y la violencia urbanos. Coordinada por la maestra Claudia Berdejo, la jornada incluyó una mesa redonda de reflexión colectiva, la instalación Zapatos rojos, de Elina Chauvet, en el patio central de la Facultad de Artes, que el domingo 14 fue trasladada a la Rambla Cataluña y a las escaleras del paraninfo de la Universidad, en el centro de Guadalajara.
Destacable acción realizada con la colaboración del taller de gráfica La Tinta Negra, que logró reunir aproximadamente 35 pares de zapatos rojos de mujer, colocados en forma de caracol, para dar testimonio de las presencias/ausencias producto de los feminicidios en México. La artista plástica Elina Chauvet concibió esta instalación cuando su hermana fue asesinada por su esposo y desde 2009 ha sido montada en varios lugares nacionales e internacionales.
Colectivamente reflexionamos sobre la relación planteada en un estado, como en casi todo México, golpeado por el crimen organizado y las fallidas estrategias de seguridad pública, en donde te advierten qué lugares no transitar o visitar, tomar medidas de precaución básicas y escuchar los testimonios de levantones, asaltos y amenazas constantes. La vida cotidiana transformada por la violencia con la que se acaba conviviendo día a día. Visitamos la Estela contra el olvido, dedicada a las víctimas de la explosión del gasoducto en la Plaza de San Sebastián, y una niña que jugaba en ella nos mostró el botón de pánico colocado en una esquina para prevenir el robo de menores recientes. Impacta la naturalidad de la plática considerando que ella se encontraba sola ahí esperando a su mamá que estaba en el gimnasio.
En nuestro recorrido urbano, vi la Glorieta de las y los desaparecidos con mantas, fotos y exigencias como testimonio de las más de 6500 desapariciones registradas en Jalisco, como bien señala la inscripción recién develada en la base de la estatua de fray Antonio Alcalde, en la Rotonda de los jaliscienses ilustres, “sus hijos esclarecidos”. El 19 de marzo pasado, en el primer aniversario de la desaparición de los tres estudiantes de cine, dos de las madres, de Marco y Daniel, y el escultor Alfredo López Casanova, develaron las consignas: “Memoria, verdad y justicia”, “Vivos los llevaron, vivos los queremos”, “No son 3, somos todxs”, además de la ya mencionada. Creativa y espectacular acción de una memoria ejemplar operante que ha despertado más simpatías que indignaciones por intervenir la estatua de uno de los benefactores de Guadalajara que, como bien dijo alguien, hubiera estado de acuerdo en portar las consignas y exigencias.
A contracorriente, luchando contra la normalización de la violencia, realizando acciones desanestesiantes constantes, maestros, activistas y productores visuales tapatíos realizan actividades constantes de denuncia y resistencia. Muestra de ello fue la Lotería 43, el bello y contundente proyecto de memoria realizado con la participación de 120 artistas visuales y escritores, coordinados por Claudia Berdejo, para contribuir a la lucha por la verdad y la justicia de Ayotzinapa, a través de un “juego”: metáfora colectiva de una búsqueda que no descansará hasta encontrarlos. La versión electrónica puede consultarse en: http://www.cuaad.udg.mx/sites/default/files/adjuntos/Arte.%20Guardiaìn%20de%20memoria.pdf?fbclid=IwAR2elHmwA03ReiKMdkoYdZxAZ7eT0yz2PdCgKaUIh_l_kJVoDti3KNJ6DJ0
El paisaje urbano es así intervenido de manera constante con el propósito de construir el espacio público de debate ciudadano entre distintos y opuestos proyectos de vida, con la esperanza de lograr alguna interpelación estética en los testigos y espectadores pasivos que recorren la bella ciudad.