Cultura

Ecos de mi tierra

Luis Carlos Coto Mederos  

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Yo no como…

Yo no como el carpintero

porque tiene duro el pico;

yo no como del perico

porque pone en agujero.

Yo no como del carnero

porque echa el cuerpo pa´tras,

yo no como el alcatraz

porque no me da la gana,

y no como de la rana

porque cae escarranchá.

Yo no como de la lisa

porque es un peje liviano

que pasa de mano en mano

y a todos les causa risa.

Yo no como longaniza

porque parece majá;

yo no como el alcatraz

porque no me da la gana

y yo no como la rana

porque brinca escarranchá.

Anónimo

409

Las peripecias de Chucho

Chucho es un viejo chofer

que demuestra su adelanto

desde Encrucijada al Santo

en su carro de alquiler.

Llegó a la piquera ayer

y después que pregonó,

seis pasajeros montó

como norma establecida,

arrancó el “hierro” enseguida

y su viaje comenzó.

Allá en el Circuito Norte

donde el tramo está mejor,

Chucho acelera el motor,

el calor no hay quien soporte.

El habla y brinda su aporte

comentando un incidente

Dice: Yo si soy prudente,

treinta años al timón

y con la satisfacción

de no tener accidente.

Así en la conversación

rápido el tiempo pasó

y en el carro se escuchó

un rugido, una explosión.

Chucho se aferra al timón

y sus precauciones toma;

suda frío, hace maromas

y dice a sus pasajeros:

¡Agárrense caballeros

que se ha explotado una goma!

Cuando al borde del desmayo

detiene su carro Chucho:

Esto, que yo soy muy ducho;

esto, que soy un caballo.

Se tira a observar el fallo

con nerviosismo ligero

y con sumo desespero

después del susto pasado

el neumático explotado

estaba en el maletero.

Mamerto de Andrés Arroyo

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Perrofobia

Velpino, ya en mi morada

es imposible vivir,

pues no me dejan dormir

los perros de mi barriada.

Esta fauna trasnochada

me quiere cerrar el paso,

mudarme ha sido un fracaso

porque ayer Consuelo fue

a quejarse al Comité,

pero no le hicieron caso.

Si oyeras esta algarada

nocturnal que tanto aterra,

los aullidos de una perra

cuando se halla enamorada.

Siempre por la madrugada

se alborota el gallinero,

anoche a un perro huevero

le tiré un seborucazo,

pero ya no tengo el brazo

de cuando era pelotero.

Ahora una vecina mía

compró una perra de raza

y por eso la amenaza

es más seria todavía.

Dar cuenta a la policía,

esas son cosas de Juan,

yo estoy preparando un “jan”

que será mi arma de guerra,

porque va a casar la perra

con un pastor alemán.

Por estos canes malvados

que siempre están en vigilia

tengo toda la familia

con los nervios alterados.

Ya estamos acostumbrados

a dormir unos instantes,

porque nuestros visitantes

emiten ciertos ladridos

que lastiman mis oídos

como pérforo-cortantes.

Pablo Díaz Díaz