Cultura

Ecos de mi tierra

Por Luis Carlos Coto Mederos

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Pancho Fandango

En una fiesta de rango

en casa de Mariquilla

Doña Lola y Juan Canilla

quisieron bailar un tango.

Y al verlos Tingotalango

de risa se desternilla,

y al caerse de una silla

el pobre Pancho Fandango,

se estaba comiendo un mango

y se le fue la semilla.

Sale corriendo Bartolo,

le sigue detrás Gustavo,

y Pancho se pone bravo

porque lo dejaron solo.

En eso llegó Pirolo

que estaba pelando un pavo,

y al ver tan calvo a Guayabo

le dice sin protocolo:

–¿Quién ha visto un chivo bolo

coger guisaso en el rabo?

Guayabo, que es resabioso,

como un mulo corcovea

y con soberbia patea

los timbales de Pomposo.

El timbalero furioso

a palo limpio pelea;

se pone la cosa fea

y al infeliz Sinforoso

le pusieron por chismoso

de sombrero una batea.

Después de mucho trabajo

y no muy poco atropello

con la asistencia de Yeyo

se fue la semilla abajo.

Pero no pasó del “cuajo”,

y al poco tiempo de aquello,

viene Pancho sin resuello

y dice asustado: –¡Ajo!

¡Si ya estoy sintiendo un gajo

que me sale por el cuello!

Andrónico Cruz Luna

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Los guanajos de Fernando

Los guanajos de Fernando

emiten tales sonidos

que con voluntad y oídos

parece que están hablando.

Gallinas que cacareando

imitan a mi vecina

y yo respondo: –¡Joaquina,

habla más alto, mi vieja!

Y al acercarme a la reja

solo hay allí una gallina.

Araceli de Aguililla

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Increíble

Era no lengua, lenguaza,

tan descomunal que asombra.

La utilizaban de alfombra

en la sala de la casa.

Y si hablamos de bocaza,

para esa lengua albergar,

nunca se podrá olvidar

al dentuzo de Guanillo

que usaba como palillo

un tronco de palma real.

Rafael Sánchez Nicolao