Cultura

Jamás entenderé eso… ¿por qué?

Conrado Roche Reyes

Soy una persona ya de edad más que madurita, y hasta el día de hoy no he logrado procesar y mucho menos comprender a la gente que asesina, que se atreve a maltratar a los niños chiquitos, o a destrozar, vía oral, a alguien que considera, y más aún si es alguien vulnerable en su sistema nervioso o físico. A veces pienso ¿cómo es posible que haya gente así?, ¿es posible que haya gente que nazca para hacer atrocidades? Siempre he creído –y ahora pienso que he vivido en el error–, que nacemos para buscar nuestro bienestar y el de los demás, pero entonces, ¿por qué no toda la gente piensa así?

Las personas no creo que nazcan perversas, son circunstancias las que las hacen actuar de tal o cual manera; una infancia en la que hubo abusos, malos tratos, golpes y humillaciones, seguramente hará que esta gente, si no tuvieron la oportunidad de modificar y concebir la creencia de que también valen o pueden ser amados, difícilmente sabrán o tendrán la intención de amar a los demás y fijar su encono en alguien que escogen muy cuidadosamente.

Sucede que en la infancia, todas las personas, como aprenden a comer, caminar, hablar, también aprenden a amarse a sí mismas y, por ende, pueden amar o ser buenos con los demás. También existen, por supuesto, personas que nacen con alguna alteración biológica que las hace vulnerables a conducirse de manera inapropiada dentro de su círculo y contra alguien en especial. Sin embargo, en muchos de esos casos, también influye cómo fueron criados y cómo la vida los trató.

Sin embargo, hay posturas al respecto que dicen que el bien y el mal son inherentes al ser humano. Esa frase de “ama a tu prójimo como a ti mismo” no funciona en las personas que no han sido bajo preceptos de respeto y aceptación. Del bien y el mal, existen personas que aparentemente tuvieron la misma educación. Las mismas oportunidades y de pronto no se sabe por qué se volvieron gente mala. Aquí interviene la percepción, que es absolutamente subjetiva, ya que cada persona recibió las mismas circunstancias pero de diferente manera, y esto es lo que marca la diferencia. En ocasiones la rivalidad entre hermanos, la falta de atención de alguno de los padres, el no reconocimiento de los demás, el no saberse poner límites a tiempo, puede ocasionar que la personalidad de alguien se trastorne y se convierta en un sujeto con alto potencial de maldad.

Esta es mi teoría… barata, pero es mía.