Cultura

Conrado Roche Reyes

El musical “Chicago” en Broadway

Durante mi viaje a Nueva York, no podía faltar el mirar, como premisa indispensable, el musical “Chicago”, el más famoso y espectacular de todo Broadway. Desde aquí, Mérida, mi hijo hizo con mucho tiempo las reservaciones, ya que así, de esta manera, es decir, on line, la empresa hace sustanciosas rebajas en los boletos, ya que están llenas todas las presentaciones.

Antes de las nueve de la noche salimos de nuestro hotel, el Sheraton Times Square y abordamos un tricitaxi. Este era conducido por un hindú y la tarifa se cobra por minutos. Por fortuna, el hotel Sheraton queda muy cerca del espectáculo, en la calle Broadway, y penetramos al teatro, éste, de pequeñas dimensiones, pero súper confortable, como es de suponerse lleno a toda su capacidad.

La obra comienza con una obertura ejecutada por la excelente orquesta del teatro situada en el escenario. La escenificación comienza. Esto es otra cosa. Perfección en la coreografía, magnificencia en el canto, una gran sincronización en los bailables, ya grupales o con el “chorus line”. Chicas preciosas con vestuario, ya se imaginarán, de primer mundo. Cada interpretación fue premiada con numerosos aplausos, y tienen que ser, tanto hombres como mujeres, artistas rayando en la perfección. Se dice que para llegar a actuar en Broadway (decenas de teatros de diversos géneros en una calle) de mil personas que lo intentan, quizá una o dos lo conseguirán. Allí es la exigencia máxima. Por algo es la capital mundial del teatro.

La obra musical “Chicago” es clasificada como para adultos. Existe en la trama seducción, traición, desamor, amor, incluso crimen. Se menciona a Albert Anastasia en una de las piezas musicales, de parte de una chica que busca el apoyo de este capo de la mafia para que la apadrine y así entrar al mundo del espectáculo. Está la obra enclavada en la ciudad de Chicago, como su nombre lo indica, en la época sangrienta en que era, asimismo, la capital de literalmente todo, por supuesto, el teatro incluido.

Lo hemos disfrutado enormemente, a pesar de no tener –a propósito– la gran escenografía ni los cecilbedemilescos fondos y extras. Sin embargo, están ahí los mejores bailarines, cantantes y actores de toda el área.

Las protagonistas son mujeres dispuestas a todo con tal de tener y llegar a actuar en los clubes clandestinos de Chicago, ya que estamos en la época de la prohibición. Las lentejuelas de las coristas y ellas, ponen el toque glamoroso a la puesta. Sinceramente, como dice López Tarso, mirando “Chicago”, se pierde la noción del tiempo y del espacio.

Esta “Chicago” lleva veinte años en cartelera y ha cautivado a millones de espectadores. La película que se hizo con esta trama, protagonizada por una hermosísima Catherine Zeta-Jones, sinceramente, no le llega a la de este pequeño teatro, y sin la gran producción cinematográfica. Ha ganado dos Tony y la han admirado millones de espectadores.

Trata de lo que las personas están dispuestas a hacer para alcanzar la fama. En “Chicago” son dos chicas dispuestas a lo que sea para lograr aquello, todo esto entre bailables, cantos y actuaciones, cada una más ovacionada que la otra. Desde una cárcel. La pasión y el coraje son la parte central de la obra.

Salimos del Ambassador Theatre de Broadway con la impresión de que llevaríamos para siempre en el alma el haber presenciado un hecho artístico histórico.