Cultura

Isabela Corona: la voz de la pasión

III y final

La última aparición teatral de Isabela Corona antes de ingresar al cine fue Anfitrión 38, de Giraudoux, en la quinta temporada del Teatro Orientación, bajo la dirección de Julio Bracho, con vestuario y escenografía de Antonio Ruiz, el Corsito.

La noche de los mayas

El siguiente paso después del teatro fue el cine, en donde su amigo Villaurrutia escribía diálogos para las películas.

Su primera cinta fue La noche de los mayas (1939), con libreto del poeta Antonio Mediz Bolio y dirección del joven casanova Chano Urueta, quien al igual que al Indio Fernández, en La isla de la pasión (1941), insistió en que ella estuviera en la escena del fuego, ella y no la doble... recordó entre sonriente y molesta, cuando me contó que por poco muere achicharrada.

Vengo a decirle adiós a los muchachos

En julio de 1942 se presentaron ante el secretario de Asistencia Pública, Gustavo Baz: Isabela Corona, Andrea Palma, Anita Blanch, Fanny Schiller y Amparo Morillo, para enlistarse como enfermeras, por la entrada de México a la II Guerra Mundial.

Este es el año de la filmación de El ángel negro. Juan Bustillo Oro, el director de la cinta, anota en su libro Vida cinematográfica:

“El reparto de El ángel negro no fue fácil. Después de muchas dudas, don Jorge Llorente recayó en Emilio Tuero. Tuero se había desenvuelto lentamente a mi lado y me pareció ya maduro. No me equivoqué. Elisa le correspondió a Marina Tuero, ideal para el papel por su dulcedumbre. Don Luciano, parte con ribetes ligeramente cómicos, le tocó –¿a quién había de ser?– a Joaquín Pardavé. La participación de más relieve y la más comprometida, la de Cristina, se la escribí ex profeso a Isabela Corona desde los tiempos del Teatro de Ahora. Cuando se estrenó mi San Miguel de las Espinas quise confiarle el principal femenino. Julio Bracho, que tenía a Isabela bajo su autoridad, lo impidió. Ahora Isabela estaba libre. Leyó el guión y se entregó en cuerpo y alma a su Cristina. Su desempeño se elevó a lo que se llama una creación. Aquella Cristina no pudo ser más impresionante”.

Murallas de pasión

A partir de estas dos películas, los roles de Isabela serán siempre, en sus mejores oportunidades, los de antagonista. Así lo comprueba Murallas de pasión (1943), donde comparte créditos con Elvira Ríos, a quien había llamado Víctor Urruchúa, por sugerencia de Isabela, ya que Andrea Palma había rechazado el papel; Anita de Montemar (1943), El secreto de la solterona (1944) y Lola Casanova (1948). Formó parte del elenco del homenaje cinematográfico a Virginia Fábregas: La casa de la Zorra (1945). En 1949 filmó dos cintas que se sumaron a lo mejor de su carrera: El rencor de la tierra, basada en la obra de teatro de Edmundo Báez, y La posesión.

Su última gran película, la culminación de su maldad como ángel negro, fue La tía Alejandra (1979) dirigida por Arturo Rípstein con un excelente guion de Vicente Leñero, basado en un argumento de Delfina Careaga y Sabina Berman.

Esta actriz, que nunca pudo hacer al mismo tiempo cine y teatro, o teatro y televisión, o cine y televisión, declaró en 1946 algo que puede llevar a entender el porqué fue tan desperdiciada por el cine de su época: “Los productores siguen pensando en que solo las caras bonitas deben representar cosas de importancia, ojalá tuviera un argumento donde poder destacarme”.