Luis Carlos Coto MederosPresbítero Rafael Velázquez
Del presbítero Rafael Velázquez solo se sabe que murió en 1791.
Según Lezama Lima, hay en las décimas que hoy traemos a colación “un sentimiento larvado de rebelión contra los falsos creyentes”.
Velázquez, siendo un hombre de iglesia, arremete “contra las autoridades avarientas y rapiñeras”.
527Décimas
Acuérdome haber leído
que todos los mahometanos,
creyendo sus yerros vanos,
van al Reino prometido:
así pues, se lo ha ofrecido
su gran Profeta diciendo:
Que en aquel día tremendo
baja con Cristo a juzgar,
y primero ha de salvar
a los que le están sirviendo.
Después del juicio acabado
tomará su zancarrón
la figura de cabrón,
porque así lo ha revelado:
dentro su lana cargado
lleva todo el gremio atroz
de sus almas, y a la voz,
que da el cabrón del Profeta,
sale como una saeta
a la presencia de Dios.
Mi Amo que así lo ha mandado
sabía si es cristiano o no,
solo podré decir yo
lo que prudente he juzgado:
sin duda ha considerado
en sus malditos desvelos,
que únicamente en los pelos
del cabrón podrá escapar,
y a escondidas podrá entrar
en el Reino de los cielos.
Algo mi discurso alcanza,
y según siento se ve,
la Caridad y la Fe,
le faltó, mas no Esperanza:
pues hasta con la privanza
de la vida, habrá pensado,
que después de sepultado
estará allí presenciando
las honras, que está quitando
entre tanto endemoniado.
El pedir con disimulo,
que lo entierren boca abajo
he dado yo ya en el ajo
de su pensamiento chulo:
ser unos ojos de…
declara con esta acción,
los tertulianos que son
de la Botica de Larios,
hombres los más perdularios
malditos de corazón.
El ir mi amo fatigado
todos los días a misa,
lo tengo yo a grande risa,
y a título colorado:
por ver uno, y otro lado,
y registrar los rincones,
oye misas a montones,
mirando allí cuanto pasa,
y sale de casa, en casa
echando por los millones.
Agustín Fernández Arsila
La preocupación trascendente también movió a Agustín Fernández Arsila, como ha dicho el poeta Manuel Díaz Martínez: “En las ocho (décimas) que nos dejó reflexiona con pesimismo… sobre el sentido de la vida y la muerte”.
528
Al esqueleto que ponen todos
los años en San Juan de Dios
Esta pálida señal,
que miras caduca y yerta,
con tantas sombras de muerta,
habla contigo mortal:
mira la suerte fatal
a la que me hallo reducido,
y si en esto ha consistido
lo que hay en el hombre cierto,
cumplí con haberme muerto
la deuda de haber nacido.
Yo, ahora triste esqueleto,
sin aliento y sin sentido,
a la nada reducido
por soberado decreto:
en la tierra estoy sujeto,
ya de todos olvidado,
pero, aunque tu hayas logrado
el vivir un poco más,
igual conmigo serás
en estado sepultado.
No me mires con horror
en tan extraña figura,
que tú y yo somos hechura
de un eterno Creador:
Preciso es que tu vigor
moderes por mi tamaño,
y no siendo nada extraño,
que tu orgullo lo resista,
me presento hoy a tu vista,
para vuestro desengaño.
Con atención mirarás
lo que estos huesos ostentan,
que en el mundo se presentan
solo miserias no más:
quita a la vista el disfraz
con que te hayas aturdido,
y viendo que no es fingido
de mi figura el cotejo,
mirándote en este espejo;
¿Qué te importa haber nacido?
La vida del hombre es nada,
es humo, que lleva el viento,
es sombra, que en un momento
nace, cuando está acabada:
de delicias inundada
fue la que yo me propuse,
y pues ya nada reluce,
repase vuestra memoria,
¿cuál es del mundo la gloria,
pues ha esto se reduce?
Adán inmortalizado
debió vivir, es muy cierto,
y fue preciso haber muerto,
por la pena del pecado;
Todos en su triste hado
hemos de tener tal suerte,
pero al mismo tiempo advierte,
en este pálido horror,
como el pecado en rigor,
es la verdadera muerte.
Murió nuestro Redentor
en la cruz crucificado,
para extinguir el pecado,
y salvar al pecador:
si no demostró su amor
haciéndote tan feliz,
curándose de raíz
para que así consideres,
que si tu alma perdieres
serás el más infeliz.
De vuestra atención espero
si cabe atención en ti,
el que te acuerdes de mí,
sin sondear mi paradero:
no atiendas a mi horror fiero,
ni hagas juicios imprudente,
advirtiendo diligente,
que el lugar, que me ha tocado,
si feliz o desgraciado
lo habitaré eternamente.