Cultura

Si la Transformación Republicaba no enfoca la Cultura de la Pobreza, nadie hará nada relevante contra la pobreza en Yucatán

Jorge A. Franco Cáceres

 

Hace 36 años que observamos que gobiernos estatales y municipales, organismos internacionales y agrupaciones privadas, hablan de combatir la pobreza estructural desde programas asistenciales, sin reportar nada relevante contra la cultura determinante de los aspectos sociales y psicológicos de la misma en las familias y las comuniadades.

Hemos visto también que los titulares de esos programas declaren a los medios que han realizado estudios del impacto de la pobreza en los municipios yucatecos y que, con base en los resultados, han elaborado proyectos para combatirla.

Pocas veces hemos tropezado con las metodologías de sus estudios y no tenemos constancia de los diseños de sus investigaciones. Tampoco hemos encontrado reportes sistemáticos sobre la cultura de pobreza (CP) sino acaso elaboraciones arbitrarias de índices sobre carencias materiales.

Gobiernos, organismos y agrupaciones no han hablado nunca de la CP. Los hemos visto hablando de convergencias con las campañas federales y reiterando que sus trabajos contra el hambre, a favor de la salud, contra la falta de servicios, etc., han beneficiado a cantidades de pobres de los municipios más abandonados. No nos han convencido porque la pobreza material sigue ahí como constancia de otra cosa.

Sujetos a programas de las Secretarías de Desarrollo Social, tampoco han procurado avances cualitativos contra la pobreza para no arriesgar accesos a recursos financieros e instrumentos técnicos de la OCDE y otras entidades de las ONU, que son presuntamente para evaluar causas estructurales y diferencias situacionales de la misma, estableciendo peculiaridades locales para programas especiales para combatirla.

Con historiales negados y referencias ajenas a la CP, debemos decir que las dependencias oficiales y las agrupaciones privadas carecen hoy día de propuestas y recomendaciones sustantivas para los programas asistenciales de la TR. Por esta razón, sus titulares intentan seguir procediendo desde acciones arbitrarias que reclaman respaldos centrales y buscan apoyos extranjeros, y que solo ellos pretenden que servirán como programas para apuntar la viabilidad de las iniciativas federales.

Así las cosas, al margen del compromiso al combate de la cultura de la pobreza, no hay modo que los gobiernos estatales y municipales, los organismos internacionales y las agrupaciones privadas sirvan a los 9 programas del Gobierno Federal, para hacer social e histórico el combate a la pobreza en ninguna parte de México. Durante 36 años, caudales de documentos estadísticos y multitudes de equipos tecnocráticos no han servido para nada más que fabricar índices y pretender estudios que han descarriado el combate cualitativo a la pobreza. La TR no puede seguir ese camino.

Así, concluímos que si la Transformación Republicana no enfoca decididamente la Cultura de la Pobreza en los municipios más abandonados y en la misma capital yucateca, nadie hará nada relevante contra la pobreza material en Yucatán.