Por Ivi May Dzib
Ficciones de un escribidor
Tiene en los ojos un viaje aplazado
y en las piernas la imposibilidad de partir,
pero en sus labios yace
lo que él llama última esperanza,
una herida abierta
que le permite engañar sin sed ni temor,
porque tira a matar
con la intención de no ser asesinado.
En aquellos días la peste de su corazón
no dejaba de recriminarle
como si todo el fin hubiera sido un encuentro
con su tristeza,
ésa que siempre lo acompañaba
y cuya irritación se convertía
en un manojo de incertidumbres,
forma de concebir el tedio.
Había visto a lo largo de su vida,
algo más que el cliché de guerras
o el reproche constante a las mujeres
que juró nunca lo amaron,
pero todo acabó en un reducido boicot,
ya que su cabeza, ese enemigo
al que todos le rendimos culto, le dijo mil veces
que sólo hay una culpa
y esa es la que su cuerpo carga.
Ahora es momento de desvanecerse
y para eso finge un desmayo,
ahí es donde todos se asustan
y hasta se compadecen de él y por fin
siente que puede ser querido por alguien,
pero ésta es una mentira,
porque todos se vuelven
presa de la indignación,
ya que esperan verlo morir,
pero de nuevo se levanta,
ahí es cuando su rostro
vuelve a ser de madera y triste,
como nunca se le había visto,
decide dejar de pelear.
ivimayd@hotmail.com