Cultura

Jorge Cortés Ancona

El francés de ascendencia mexicana Jean Charlot visitó Yucatán en la década de 1920 y llegó a calificar de deformes los rasgos físicos del maya yucateco, a quienes plasmó en pinturas y también en un conjunto de 32 litografías a color, compiladas en el libro “Picture Book”, con textos del poeta y dramaturgo Paul Claudel. Entre sus personajes figuran sendas mujeres, una joven, al pastel, y otra anciana, en litografía, sentadas con un abanico y vistas de perfil, con una tendencia a reafirmar los rasgos peculiares de cuerpo y rostro con formas sintetizadas y colores apastelados.

En el óleo “Mujeres mayas” (1926), de Roberto Montenegro, perteneciente al Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York, en primer plano aparecen los perfiles superpuestos de cuatro mujeres mayas con moño (“t’uuch”), como mirando algo con aire de misterio y ante un fondo de orografía imaginaria con cuatro casas de paja y una planta de henequén.

El jalisciense Montenegro también pintó retratos de José María Medina Ayora, conocido como el Tatán, empresario yucateco, dueño de la Farmacia Dos Caras y fabricante del popular talco del mismo nombre. Un dibujo a lápiz de color se encuentra en la colección Andrés Blaisten, con el apodo escrito junto con un signo de interrogación. Otro retrato, al parecer al óleo, aparece en una página de internet sin más referencia que los nombres del retratado y de su autor. Habría que averiguar acerca de los vínculos entre el pintor y el empresario, de quien consta su amistad con el “Chango” García Cabral, que lo caricaturizó.

En la historia del grabado mexicano juega un papel fundamental el aguascalentense Francisco Díaz de León, quien junto con Carlos Alvarado Lang y Jean Charlot. Díaz de León vino a Yucatán por primera vez en 1928 y debe ser considerado como quien dio a conocer el valor artístico de la obra de Vicente Gabriel Gahona “Picheta”, del cual realizó su retrato de perfil en un grabado en madera de pie, a partir del boceto al óleo de Juan Gamboa Guzmán efectuado en 1892. También en su serie sobre pueblos mexicanos incluyó un grabado sobre las casas de paja. Ambos forman parte de la colección Andrés Blaisten.

Con el agresivo título de “1º de julio de 1936. Y el enano cobarde y asesino autor de la matanza huyó de Yucatán” (1938), el veracruzano Isidoro Ocampo representó el ataque policiaco contra campesinos, choferes y taxistas derivado de un conflicto político y que obligó a Fernando López Cárdenas a renunciar a la gubernatura. El enfoque de Ocampo va en contra del gobernador al que representa con ojos desorbitados dando órdenes desde un balcón del Palacio de Gobierno a la vez que se ve en primer plano a las víctimas y al fondo a un grupo que porta una manta del Frente Unico de los Trabajadores del Volante. Desconozco si esta litografía, impresa en el Taller de Gráfica Popular, es parte de un conjunto sobre el mismo tema. Como está hecha en serie, se encuentran piezas en blanco y negro, o bien, en color en distintos museos nacionales y extranjeros así como en colecciones particulares.

Como señaló la galerista Inés Amor, el pintor capitalino Julio Castellanos, fallecido prematuramente, representó en “Bohío maya” (1942) la casa tradicional maya de un modo muy diferente a como se acostumbra plasmarla. Lejos de toda apacibilidad rústica, aquí encontramos apiñamiento y movimiento en la aglomeración de mujeres, niños y animales. Un cuadro reverberante con el toque maravilloso de las mariposas gigantes, flores rojas y enredaderas. El cuadro se encuentra en el Museo de Arte Moderno de la capital del país.

El pintor guatemalteco-mexicano Carlos Mérida, influido por la cultura maya, se inspiró de manera libre en los ambientes indígenas de ambos países. Una serie de serigrafías sobre papel de 1944, técnica que llevaba pocos años de emplearse, es la de los trajes regionales mexicanos donde pueden verse sendas muestras de los ternos de las “mestizas” de Campeche y de Yucatán, enmarcadas con elementos culturales y naturales estilizados. Cabe señalar que Mérida hizo una crítica severa a una exposición pictórica de Miguel Angel Fernández, uno de los pioneros del regionalismo yucateco.