Luis Carlos Coto Mederos
Ecos de mi tierra
Angel Miguel Valiente
II
744
Yo soy así
Yo soy un poeta raro
y por el sol no me apuro;
cuando el cielo es más oscuro
en la sombra busco amparo.
Persigo la luz del faro
de los altos arreboles;
más que los ardientes soles
y más que la luna llena
me gusta cómo en la arena
se arrastran los caracoles.
Lo fácil no me entusiasma,
y quizás por ese instinto
me siento un hombre distinto
cuando el horror crispa y pasma.
Ni la diabetes, ni el asma,
ni la vejez me han vencido,
y el día que no he podido
sobreponerme y ser algo
me parece que no valgo
la pena de haber nacido.
Jamás he movido el gajo
para que la fruta caiga;
yo quiero lo que me traiga
una dosis de trabajo.
Eso de ponerse abajo
y que otro suba a mover
no es un sacrificio hacer;
subo por palmiche y yagua,
y me gusta buscar agua
cuando demora en llover.
Hay quien hace un sacrificio
en pos de inmediatos frutos
y está a los cinco minutos
esperando el beneficio.
Yo jamás emito un juicio
en provecho personal;
bien poco vale el mortal
que de egoísmo envenena
y evade la angustia ajena
para no sentirla igual.
Ese que, sordo al clamor
de pueblos, es usurero,
gana en lujos y en dinero
lo que pierde en el honor.
Yo, todo ajeno dolor
lo comprendo y lo comparto;
lo que tengo lo reparto
sin prejuicio, a manos llenas;
mi pena y todas las penas
duermen en mi mismo cuarto.
745
A mi hermano
Iguales de sangre a nombre,
mi hermano gemelo y yo
éramos uno; el murió,
yo soy la mitad de un hombre.
Para que sufra y me asombre
se ha roto nuestra unidad,
porque la triste verdad
de los designios mortales
desenvainó cien puñales
y me partió a la mitad.
El infarto y la diabetes
me robaron su cariño
y estoy triste como un niño
que se queda sin juguetes.
Afilados estiletes
me cortaron su amapola
y ante esta terrible ola
cabe una interrogación:
¿Cómo puede un corazón
latir con un ala sola?
746
La esperanza
Cuando sorda y despiadada
la suerte nos abandona,
cuando todo nos traiciona
y en firme no queda nada,
cuando con fría mirada
la crueldad nos intimida,
la esperanza, florecida
de virtudes milagrosas,
nos llena el alma de rosas
y sueños para la vida.
Novia de la primavera
dándose en sabia y retoño
cuando en la angustia de otoño
se entristece la pradera.
Tu verde en el campo impera
igual que el agua en el río;
no te detiene el estío
y más en llegar persistes
cuando un dolor de hojas tristes
le da vueltas al bohío.
747
El campesino
Cuba eres tú, campesino,
con tus manos laboriosas:
tú estás en todas las cosas
hondas del patrio destino.
En el dolor del camino
triste del desalojado,
en la reja del arado,
en la polaina, el machete
y el herido caballete
de un bohío abandonado.
La escuela rural no llega
más allá de cinco millas,
de donde hiriendo rodillas
el político la entrega.
Allá en el monte, en la vega,
a respetable distancia,
llora de olvido una infancia
y el eco de sus sollozos
se pierde en los calabozos
sombríos de la ignorancia.