Cultura

Ecos de mi tierra

Pedro Guerra Martínez

Poeta repentista cubano conocido popularmente como “La Estrella del Parnaso”.

Nació en La Habana en 1908 y desde muy temprana edad tuvo que ganarse la vida en diversos oficios.

En 1940 formó parte del Cuarteto de Trovadores Cubanos, liderado por Justo Vega, y comenzó a cantar en programas campesinos de la radio nacional.

Formó junto a José Marichal la pareja más famosa del punto guajiro cubano.

Murió en mayo de 1977, en La Habana, y sus restos descansan en el Cementerio de La Salud junto a los de Patricio Lastra y Félix León.

669Homenaje póstumo a Patricio Lastra

Cuando el destino inclemente

suelta su mala influencia

la flor que nos brinda esencia

pliega el cáliz tristemente.

Pierde su fuerza el torrente,

acorta su vuelo el ave,

la fruta que rica sabe

deja el gajo y rueda al suelo

y a todo lo cubre un velo

nostálgico, triste y grave.

Y como por un dictado

que cede a fuerza mayor

pierde la planta el verdor

que el rocío había perlado,

el eucalipto empinado

se mustia en medio del monte,

se encapota el horizonte,

agota el río sus cuencas,

la palma dobla sus pencas

y cierra el pico el sinsonte.

Pecadores y profanos

como somos, no es posible

un estudio definible

de tan profundos arcanos.

Los aspectos más cercanos

se pierden en el misterio,

y cuando frente a ese imperio

de tantas cosas inciertas

la vida cierra sus puertas,

se abren las del cementerio.

Y dentro de este aguilón

que mudo rompe y arrastra

se nos fue Patricio Lastra,

nuestro más alto bastión.

Desde la alegre función

llena de acontecimientos

hasta los duros momentos

de pena y de condolencia,

¡cómo se nota la ausencia

del Rey de los Pensamientos!

Ya el sinsonte saludeño

no saldrá más de la muda,

ni habrá emoción que sacuda

la eternidad de su sueño.

Ya de su canto halagüeño

no oiremos más la cadencia,

porque aquel hombre hecho esencia

para la canción florida,

ahora es ejemplo y no vida,

es símbolo y no presencia.

El bohío que escuchó

año tras año su canto,

que con entusiasmo tanto

el público visitó,

la metamorfosis vio

en él victima segura

y como ella transfigura

las cosas a su albedrío,

lo que fue alegre bohío

hoy es triste sepultura.

Cuentan los espirituales

que la muerte nos transforma

y que perdemos la forma,

no las cosas esenciales.

Si estos detalles son reales,

cosa que no dudaría,

a pleno pulmón diría

con un laúd en la mano,

que hemos perdido al hermano,

pero no su poesía.

Y Patricio estará allí

donde se improvise un verso

ancho como el universo

vaciando su frenesí,

radiante como el rubí,

feliz sin un menoscabo,

batallando como un bravo

siempre en la primera fila

al frente de Bando Lila

y su Trío Ariguanabo.

Y mientras que en beneficio

de muchos, fiestas se harán,

muchos más repetirán

la tonada de Patricio.

Y todo será propicio

a la fiesta continuada

hasta por la madrugada

en que el licor nos enerva,

mientras el panteón preserva

su osamenta venerada.

Que si no fuera bastante

el ancho de este panteón

para la recordación

de su existencia brillante,

aún tenemos palpitante

su feliz ejecutoria,

pues para hablar de su gloria

grande como un continente,

hay espacio suficiente

en nuestra guajira historia.

Y al primer aniversario

de su muerte concurrimos

los que la suerte tuvimos

de su afecto extraordinario.

En su fúnebre escenario

esta prueba se le da

que le repercutirá

en los más hondos extremos

hasta que nos encontremos

con él en el más allá.