Cultura

Recibimos el último libro del escritor y poeta -en este libro se nos revela como tal, y de altura- Adolfo Góngora López, titulado “Décimas y Haikús”, en el que desgrana cual pétalos sentidos versos en forma de espinelas. Hablemos de su alma contenida en el libro por medio del lenguaje.

La palabra es la boca de la libertad, por eso los que trabajan con la palabra hacen criaturas verbales que tienen vida eterna. Por eso los que trabajan con la palabra son prisioneros de una pasión en su vida que sólo busca la libertad. Viven con libertad bajo palabra y para cumplir con la palabra sometida a la libertad y su mundo está hecho de palabras.

El mundo de la palabra poética es el más sólido de los mundos, todo el universo depende de las palabras, y los conceptos dependen de las palabras. Esta Babel que compartimos tiene sus cimientos en la palabra, y los conceptos corresponden a las palabras y adquieren sus significados en las palabras.

La Historia del hombre es la historia de la palabra, la historia de la libertad es la historia de la palabra. La historia del origen de las especies, la historia de las guerras, la historia del amor y del desamor, la historia del firmamento y el romance de la Vía Láctea se hicieron con palabras y con el sistema del lenguaje, con el sistema universal de las palabras.

Y también la poesía está hecha con palabras. Los poetas quisieran transformar el mundo y cambiar la vida, y sólo duermen en nidos de papel y en ellos separan y mezclan la virtud y la perversión del ser humano, lo racional y lo irracional, lo intuitivo y lo intelectual, lo espiritual y lo corporal, lo apolíneo y lo dionisiaco, el lenguaje y lo que quieren explicar, las pesadillas y los sueños, la plenitud y la abstinencia, las ficciones y el borrador de la vida que vivimos, las obsesiones y el drama, el algo y la nada, las coincidencias y el destino, el humor y la lástima, lo insólito y el vacío y la mudez; el humor y la lástima, dos seres contemplándose: uno que viene de la fantasía de la literatura y el otro que viene de la realidad, lo obvio y lo enigmático.

Por ese prodigio de la imaginación que desde niño vi en la poesía –de la que me siento incapaz de realizar–, tuve entre mis héroes a los poetas.

Todo eso al parecer tan complicado, se da en la poesía del maestro Góngora. En este gran teatro que es el mundo, y lo hace en forma de décimas perfectas, todas ellas espinelas y la poesía japonesa del Haikú (mi padre, que fue un poeta, bautizó a una de mis hermanas con el nombre de Haikú).

Resumiendo, todos los puntos arriba descritos y escritos, en la poesía de Adolfo Góngora López se podrían reducir a tres palabras: sentimiento y mucho amor.

Como es mi costumbre cuando algún escritor tiene a bien obsequiarme alguno de los libros de su autoría, escribo la dedicatoria para mis lectores: “Con todo respeto para el amigo periodista ejemplar, don Conrado Roche Reyes. Sep/2019. Firma”.