Conrado Roche Reyes
El rock nacional es de falso nacionalismo y panfletario, pero de todos modos es reconocible. Hay gente consistente que está surgiendo, una generación muy profesional, en la que prevalece un buen nivel de instrumentistas, no así de compositores.
Cuando escucho a un guitarrista, me molesta el virtuosismo o el malabarismo pedalero y de artificio. Me molestan también los clichés, las vulgaridades, los vicios, la práctica del grito sostenido en los cantantes y prefiero, por supuesto, el estilo austero y magnífico de los que tienen feeling.
De los roqueros de hoy, hay muchos que están más conectados con la política porque ahora todo el mundo habla de la palabra “compromiso”, ¿ y qué es eso? Todo el mundo se compromete uno o dos meses cada cinco o seis años. Eso no tiene trascendencia.
Yo creo en el arte popular, y el rock es una pista de despegue para ellos. Los Rolling Stones son un buen ejemplo de lo que debería ser un artista y el público en comunicación, y no en sentido vertical sino en el verdadero. Las canciones de autores yucatecos modernos, por ejemplo, tienen puntos literarios y musicales maravillosos, pero en nombre de ellas y del arte popular en general se han hecho muchas porquerías. El rock debe ser un movimiento musical de vanguardia, que los boleristas o románticos canten canciones de principios de siglo está bien, pero en el rock eso nada tiene que ver.
En las letras debe de haber frivolidad, además de otras cosas, y la frivolidad, por otro lado, sea bienvenida. ¿Por qué solemnidad y no frivolidad? La frivolidad es casi como un doble pensamiento: hay dos cosas juntas. Además, me parece coherente con el nuevo siglo. Prefiero esto a las huachadas de los dizques roqueros “gruesos”.
Este todo mezclándose y cambiando a la vista. La muerte como terror, como decadencia, está ahí presente.
En cuanto a la imagen, los grupos aquellos quieren vender a través de la imagen. Eso no debería preocuparles, es como si le preocupase a uno la música. A mí, en lo personal, no me preocupa; me gusta o no me gusta. Así de fácil. Si fuera una grave preocupación para alguien la música, debería ir al psiquiatra. A mí me gusta que mi música guste, porque me gusta que suene wash and wear y no pretenciosamente limpia. ¡Qué horror!