Detrás del poemario, "Tal vez el crecimiento de un jardín sea la única forma en que los muertos pueden hablarnos", firmado con el seudónimo Julia, se encuentra el poeta yucateco Marco Antonio Murillo, ganador del Premio de Literatura Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco 2020, otorgado por la Feria Internacional de Libro de Guadalajara.
En entrevista telefónica, pues así lo marcan los tiempos, confiesa que lo primero que experimentó al recibir la noticia fue regocijo. “Estoy feliz con lo que ha estado sucediendo últimamente con las letras yucatecas. Vamos por buen camino”, asegura y comenta que su reconocimiento viene a sumarse a los méritos de sus colegas Ileana Garma, beneficiaria de la beca del FONCA, y Emilio Canchola, ganador en días pasados del Séptimo Premio Iberoamericano de Poesía Joven Alejandro Aura.
La mañana del viernes a través de su canal de YouTube y en formato de videollamada, el jurado integrado por los poetas Elisa Díaz Castelo, Pura López Colomé y Hernán Bravo, emitió el fallo en el que también intervinieron la periodista Cristina Pacheco, presidenta del Comité de Honor del Premio, Marisol Schulz, directora de la Feria, y Eduardo Santana, director del Museo de Ciencias Ambientales de la Universidad de Guadalajara.
Al leer el acta, López Colomé señaló a la obra como un “poemario sólido, profundo, anclado en la palabra”. El jurado, en términos generales, describió a Marco Antonio como un poeta que se vale de todos los recursos estilísticos a su alcance, quien logra una “transubstanciación del poema en cita, de la cita en poema, creando un personaje paralelo, ajeno solo en apariencia, al yo conductor”.
Hace cuatro años inició el proyecto, el cual en sus propias palabras se inscribe en un tipo de literatura que “inventa autores”, reconocida en Jorge Luis Borge o el propio José Emilio Pacheco en “No me preguntes como pasa el tiempo”. Murillo necesitaba algo que uniera a los poemas y eso es, la supuesta reseña de un libro que habría escrito una botánica del siglo XX, la mexicana Julia Cardoz Caracedo. “No existe, pero la fui construyendo a partir de mi propia voz y a partir de los otros autores. Existe en el libro y es el vehículo, la guía que lo llevará al lector por sus páginas”.
Ante la idea de que es un “libro de poeta para poetas”, hace referencia a la manera cómo lo construyó, pero no necesariamente se debe saber de poesía para apropiarse de él en un futuro. “Si no se tiene ese conocimiento se puede disfrutar del mensaje que intento dar: ¿a dónde va la gente cuando muere? Simplemente se une a la tierra y somos parte del ciclo de la vida. Nacemos y algún día vamos a morir para regresar a ser parte de ella. Siempre nos estamos reciclando”, responde al preguntarle si este diálogo podría convertirse en un bálsamo para aquellos que han vivido el confinamiento por el Covid-19, y en el trayecto no han podido despedirse de sus muertos.
Tal vez el crecimiento de un jardín sea la única forma en que los muertos pueden hablarnos, fue seleccionado entre 134 trabajos provenientes de 12 naciones, entre las que destacan Argentina, España, Estados Unidos, Francia, Suecia, Uruguay y México.
Resistir, ese el mensaje que tiene para las generaciones de escritores y poetas que en algún instante han considerado tirar la toalla. Al comparar la labor de las letras con el deporte, menciona que ambas tienen “picos” donde se viven los mejores momentos. “Realmente hasta los treinta años estamos comenzando nuestra trayectoria. Uno tiene que aguantar; tiene que aguantar que mete a un premio y no cae, de que solicita una beca y no se la dan, de que pide cierto apoyo y no llega. Eso lo tenemos que ver positivo, nos dan la oportunidad de reflexionar nuestro trabajo, ver que estuvo mal y atacarlo para avanzar”.
Marco Antonio Murillo nació en Mérida en 1986. Es licenciado en literatura latinoamericana y maestro en escritura creativa. Fue editor de la revista bilingüe Río Grande Review, así como parte del Consejo de Redacción de la revista de Literatura Mexicana Contemporánea y de la revista Pliego 16. Ha escrito los poemarios Muerte de Catulo (La Catarsis Literaria, 2011; Rojo Siena, 2013), La luz que no se cumple (Artepoética Press, 2014) y Derrota de mar (Jaguar Ediciones, 2019). Entre los premios que ha recibido destacan el Nacional de Poesía Rosario Castellanos y el Estatal de la Juventud en Artes. Ha sido becario del University Grant, de la Fundación para las Letras Mexicanas y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), en la categoría de Jóvenes creadores.
El Premio de Literatura Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco, que será entregado virtualmente el próximo 5 de diciembre, contempla la publicación de la obra y un reconocimiento monetario.
En su primera edición, dedicado al género de la poesía, los mexicanos León Plascencia Ñol y Jorge Gutiérrez Reyna recibieron el galardón ex aequo. La segunda edición tuvo al cuento como protagonista y fue obtenida por la argentina Brenda Becette, por su obra La parte profunda. El venezolano Santiago Acosta, con su poemario El próximo desierto, fue acreedor al galardón en su tercera edición, y en 2019 Claudia Cabrera Espinosa recibió este reconocimiento por su libro Posibilidad de los mundos.
Finalmente, reitera que “las letras de Yucatán van tomando buena forma. Somos visibles en la nación a través de sus autores; hace diez años no podíamos decir eso, estábamos silenciosos. Si preguntaban en el norte, qué se hacía en el sur, nadie respondía. Ahora todo está cambiando”.
Por Gibrán Román Canto