A raíz de una hemorragia cerebral tras caer en su hogar, la madrugada del jueves el artista plástico mexicano Arturo Rivera falleció a los 75 años.
La noticia la dio a conocer su hija en redes sociales, a las que se sumaron las condolencias de amigos, colegas y entes culturales.
“Con técnica rigurosa desnudó la condición humana”, fue como la titular de la Secretaría de Cultura, Alejandra Frausto, se expresó de él en su mensaje vía Twitter.
Y es que, si uno se posiciona en la década de los setenta, su pintura era disruptiva en las temáticas y la fuerza de sus trazos. Destacaba la muerte, la vejez, la locura y un sinfín de situaciones que pudo plasmar con destreza a través de un amplio lenguaje visual; entre lo terrible y lo estético.
Definía su pintura como realista, no figurativa. Era conocida su radical crítica al arte contemporáneo, pues no aceptaba que alguien pusiera una piedra en el piso y dijera que esa era su propuesta; aunque tampoco creía que le hicieran daño a la plástica.
Nacido en la CDMX en abril de 1945, Arturo Rivera estudio pintura en la Academia de San Carlos (1963-1968), y serigrafía y fotoserigrafía en The City Lit Art School de Londres (1973-1974). Durante un tiempo fue ayudante de cocinero, obrero y albañil; así sobrevivió hasta que, en 1979, el pintor Mac Zimmerman lo invitó a trabajar en una ayudantía en la Kunstakademie de Münich, Alemania.
Su primera exposición en México fue en el Museo de Arte Moderno y gracias al curador y promotor cultural Fernando Gamboa. Ahí también presentó Bodas en el cielo y el infierno (1995), mientras que en el Museo del Palacio de Bellas Artes expuso Arturo Rivera. El rostro de los vivos (2000).
Su trabajo formó parte de exposiciones colectivas en Nueva York, Chicago, Medellín, Roma, Berlín, Tokio y París; mientras que sus muestras individuales solo se presentaron en México y Estados Unidos.
Hace veinte años fundó en Torreón, El Chanate Móvil, taller de gráfica montado en triciclos que busca la democratización del arte al llevar el arte a los barrios marginados; esto permitió la consolidación de decenas artistas de la región de la Comarca Lagunera.
En 2005 fue elegido como ganador del Primer Premio en la Bienal Internacional de Arte de Beijing con Llegando a Nueva York, pieza que hoy forma parte de la colección del Museo Nacional de Arte de China. Su trabajo puede admirarse en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, y por supuesto, un gran acervo está en el Museo Nacional de la Estampa.
La Secretaría de Cultura anunció que realizarán junto con su familia, un homenaje póstumo a su memoria y legado.
Por Gibrán Román Canto