Pedro de la Hoz
No será el galardón económicamente mejor dotado, ni el más publicitado en los mercados editoriales que responden cada vez más a los perfiles de las industrias del entretenimiento que a los valores intelectuales, pero el Premio Casa de las Américas goza de un sólido prestigio, cimentado desde sus convocatorias iniciales seis décadas antes, por su seriedad y promoción de las vanguardias literarias del continente.
De ahí que a principios de cada año, al finalizar enero, los lectores se pregunten quiénes merecerán el legítimamente codiciado lauro. Al darse a conocer en La Habana, hace apenas unas horas, la selección de correspondiente a las 61ª edición, se puso de relieve el nombre de un autor mexicano en la categoría de Cuento, José Manuel Ríos Guerra, por su libro La literatura es cosa seria.
Este volumen de narraciones breves recibió el aval de un jurado integrado por Eugenio García Cuevas (República Dominicana), Beatriz García-Huidobro (Chile), Galo Mora Witt (Ecuador), Mauricio Orellana Suárez (El Salvador) y Rafael de Aguila (Cuba).
En el dictamen expresaron lo siguiente: “Conjunto de relatos coherentes tanto desde la perspectiva tópica y estructural. Los cuentos son mayoritariamente ingeniosos, con una arquitectura interna sólida, un lenguaje de gran precisión y giros muy atinados al pasado, referencias que confieren un sentido más profundo a las historias. Técnicamente, los relatos se organizan bajo la preeminencia de un narrador intradiegético como la voz narrativa que mayor coherencia y sentido otorga a estos cuentos. El volumen se distingue por una referencialidad de su país bajo el imperio mediático global. A través del juego de voces que se alternan como unidades narrativas independientes, casi siempre en primera persona, el lector o lectora ingresa a otros mundos posibles, imaginarios y alternos que traman nuevos significados entre intersticios aparentemente comunes. Las tensiones que se generan al interior de estos relatos cobran diversas manifestaciones acerca de lo escurridizo y marginal que organiza lo social”.
Estamos ante un escritor de reciente promoción. Ríos Guerra, natural de Tulancingo, Hidalgo, donde nació en 1980, estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha tomado talleres de creación literaria con Alberto Chimal y publicado en El Confabulario, Crítica, Punto de Partida y Casa del Tiempo. Fue becario en la Fundación para las Letras Mexicanas en el género de narrativa y del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo (FOECAH) en su emisión 2013, en la categoría de Jóvenes Creadores. Su libro Yo no me llamo Manuel obtuvo el Premio de Cuento Ricardo Garibay 2015.
Entre los libros de cuentos, el Premio Casa 2020 distinguió con menciones al argentino Godetti Damián Emilio por Mala tierra, y el cubano Emerio Medina por Welcome, señor Kerry.
Otros premiados, esta vez en La Habana, resultaron la escritora puertorriqueña Aurea María Sotomayor por el ensayo Apalabrarse en la desposesión, análisis comparado urgente, erudito e innovador de las literaturas y el arte caribeños de habla francesa, inglesa y española; el cubano Abel González Melo, en teatro, por Bayamesa: réquiem por María Luisa Milanés, en la que rescata la obra de la artista homónima isleña del siglo XIX; y en literatura brasileña, el testimonio novelado Paletó e eu: memórias de meu pai indígena, de Aparecida Vilaça.
Los medios concedieron especial jerarquía a un apartado en el que la Casa de las Américas sobresale: los estudios sobre las culturas originarias de los pueblos americanos. En esa categoría, el premio recayó en el guatemalteco Emil Keme por Le Maya q’atzij / Nuestra Palabra maya. Poéticas de la resistencia y emancipación desde Iximulew / Guatemala (1960-2012.) La obra es un análisis de la obra de diez escritores mayas contemporáneos, pertenecientes a las comunidades k’iche’, kaqchikel, q’eqchi’, q’anjob’al y pop´ti.
El autor, de acuerdo con el jurado, “cuestiona las ideas e imágenes estandarizadas sobre las culturas mayas, entendidas como meramente orales, rurales y empobrecidas, y reabre los debates, en el marco de un proyecto nacionalista maya, acerca de las relaciones entre lo indígena y lo mestizo/ladino/criollo. Se destaca también su lectura de las poéticas como campos de lucha discursiva y rearticulación social que, además de proponer una continuidad con textos clásicos como el Popol Vuh, articula subjetividades marginalizadas fuera y dentro del mundo maya, incluidas las que reivindican cultural y políticamente a las mujeres y los sujetos cuir (queer) indígenas”.
El tribunal evaluador, conformado por Ariruma Kowii (Ecuador, quechua), Miguel Rocha Vivas (Colombia) y Jaime Gómez Triana (Cuba), decidió conceder una mención única a la obra A imagen y semejanza. La colonización del ser y el saber indígenas en la «Historia general de las cosas de Nueva España», del mexicano Itzá Eudave Eusebio.
Días antes, al inaugurar los trabajos de los jurados, el actual presidente de la Casa de las Américas, Abel Prieto, narrador y ensayista, quien relevó en ese cargo al brillante intelectual recientemente desaparecido Roberto Fernández Retamar, afirmó: “Este premio se ha hecho en condiciones de extrema tensión por las agresiones de Estados Unidos hacia nuestro país, y continuaremos haciéndolo sin hacer concesiones y sin apartarnos ni un milímetro de lo que fue. Sabemos que en este 2020 van a seguir tirándonos a matar, pero vamos a sobrevivir. Este premio es una apuesta de Cuba ante el discurso de la estupidez arrogante, la manipulación y la mentira. La Casa es una réplica en pequeño de la Cuba que sigue empecinada en no renunciar a la utopía”.