Cultura

Luis Carlos Coto Mederos

Del panorama decimístico cubano del siglo XX (43)

1582

Rompen los rayos soleados

Rompen los rayos soleados

los cristales del rocío

y dentro del lomerío

hay trinos por todos lados.

Festejan los emplumados

el alba que los bautiza

y un leve plumón desliza

sus destellos de colores,

en una fiesta de flores

con el canto de la brisa.

Parece que están de fiesta

en un concierto las aves

y van esparciendo claves

en ritmos por la floresta.

Mi amor sube hasta la cuesta

donde el astro rey se empina

y allá en la verde colina

para alcanzar mis empeños

tejen mis sueños los sueños

de mi estirpe campesina.

Miriam Santos

1583

Amor

Amor gigante y pequeño,

en tu amarga despedida

has fabricado una herida

del tamaño de mi sueño.

Ahora ya no soy mi dueño,

estoy en mi alma perdido,

y cada vez que te olvido

te recuerdo un poco más,

porque cuando te me vas

te invoca mi sueño herido.

Emiliano Sardiñas

1584

En la literatura

Cuando hay un reto violento

como éste, hoy, en mi trabajo,

me vuelvo loco y me fajo

con los molinos de viento.

Le doy voz al firmamento

y no cariño a la hiedra.

Con Cervantes y Saavedra

salgo de cabalgadura,

y abro en la literatura

caminos de polvo y piedra.

Emiliano Sardiñas

1585

Conversación con José Martí

(fragmento)

Qué bien conversar con calma

frente a ti junto al tesoro

de verte igualar el oro

con el oro de la palma,

qué bien descansar el alma

cuando me encuentro contigo,

qué bien parecer testigo

de tu verso cuando sueña

que en tu morada pequeña

tiene el leopardo un abrigo.

Pero en ti, cómo descanso

el dolor por quien me abruma,

decir tu nombre es espuma

de río, candil, remanso,

como de sufrir me canso

tu animal se vuelve abrigo

y si descorro el postigo

de la puerta que me encierra,

la traición se vuelve tierra

porque tengo un buen amigo.

Juan Carlos Valls

1586

Alegorías a la décima

(fragmento)

La garganta me lastima,

me provoca, me disuelve,

–dile a mi amor, si es que vuelve,

que le espero acá, en la cima–.

Madre, que tu voz no gima.

Me estoy soltando del cerco,

el aula es morada, terco

como un dibujo que aterra

entro, eyaculo a la tierra

y alguien sube, no me acerco.

Te acusaré entre mis piernas,

entre mi playa y mi semen

y temerás donde temen

las mariposas más tiernas.

Y si después te consternas…

(intercede el profesor

con su palabra sin flor).

Ah, ven, suéltame de nuevo,

hace sed si yo no lluevo.

¿Dónde naufragaste, amor?

Pedro Alberto Assef

1587

Todo y nada

Cuando muera, sigilosa,

la aurora vendrá a mi duelo

y ya no habrá luz ni vuelo

del verso. No habrá otra cosa

que una sombra caprichosa

del viento, leve alarido,

y dentro de mí un latido

que estalla sordo. Sentencio:

silencio, simple silencio

mensajero del olvido.

Y así cual fui, todo y nada,

moriré de muerte aguda,

suerte de partir desnuda

al olvido, mutilada.

Muerte que llega aferrada

a mi frontera, lirismo

insondable. Sin tu abismo

nada ni nadie me afecta.

Muerte, sin ti soy perfecta

y contigo soy lo mismo.

María Elvira Carmenate Calero

1588

Antiguamente los trenes

Antiguamente, los trenes

eran mucho más románticos:

el humo y sus grises cánticos,

los coches con sus vaivenes,

las novias en los andenes,

el lento adiós, el pitido…

antiguamente ni al ruido

se le guardaba rencilla.

Lento zoom back: ventanilla,

lágrimas, rostro perdido…

Ahora en cada despedida

los relojes se atraviesan,

las parejas no se besan,

el humo es blanco y suicida.

Una voz semidormida

anuncia que el tren se va…

Pero todo el mundo está

leyendo, fumando, ido…

“Tren con destino al Olvido,

andén sin número: ¡ya!”.

Alexis Díaz-Pimenta