Luis Carlos Coto Mederos
José Jacinto Milanés
Nació el 16 de agosto de 1814 en Matanzas, Cuba.
Poeta dramaturgo y ensayista. Considerado como el primer ingenio poético cubano. Desarrolló casi toda su creación entre 1835 y 1843, período enmarcado en el romanticismo de la literatura española.
A partir de 1843 padeció de un mutismo que le duró hasta su muerte, convirtiéndose en un fantasma viviente en su casona. Una pasión imposible por su prima Isa, dicen, llevó a Milanés a la locura. Algo mejorado, escribió ya pocos versos, sin lograr igualar a los de sus primeros tiempos.
Murió el 14 de noviembre de 1863 después de larga recaída.
1032El mar ¡Oh, qué bello es el mar cuando en oriente
su mansa ondulación el sol platea!...
El delicioso azul que lo hermosea
no se puede pintar, sólo se siente.
¿Y que diré, cuando el planeta ardiente,
tendido en el ocaso centellea?
Parece que suspira y clamorea,
porque el astro gentil no se le ausente.
Y si después al descender la luna
lo vemos, ¿quién traducirá el acento
con que nos habla el mar?... No hay voz alguna.
¿Quién pintará el augusto movimiento
con que agita las olas una a una
del manto deslumbrante y opulento?
1033El indio enamorado ¿Piensas en mi rival, Aloide mía?
Antes escucha. Entre la calma etérea
ya con ala temblante en danza aérea
gustó el colibrí el pétalo de un día.
¿No es hora ya de amor? La ancha bahía
con su móvil cendal de tinte acérea
brinda a nuestra gimnástica funérea
la orla blanda y fugaz de su onda fría.
Antes que con él nade en giro ardiente,
ni el primer emplumar del tocororo
en el areito adornará mi frente.
Ni garza cazaré, ni alción canoro:
ni adoraré tras el palmar durmiente
la amiga luz de tus chagualas de oro.
1034El amor
Cuando al salir el mundo de la nada
en espantosa oscuridad yacía
natura inmóvil, muda, y no infundía
vida el calor en la materia helada:
Del seno de los cielos inflamada
una voz se lanzó que “Amor” decía,
y Amor, Amor, alegre repetía
la creación de súbito animada.
Lleno de majestad el sol primero
la tierra fecundó con sus ardores,
a la luz sacando el universo entero:
Y entre mil seres y fragantes flores,
arrullada del aire placentero,
la belleza nació, reina de Amores.
1035En los días de A. F. ¡Qué montaña, qué prado o qué ribera
en su ameno recinto albergue ha dado
a una ninfa cual tú! ¿Ni quién cantado
habrá nunca beldad más hechicera?
¡Oh, Almendares feliz! Si acaso viera
el Támesis, en bellas tan preciado,
la hermosa que tú abrigas, despechado,
de envidia y de rubor su curso hundiera.
Y mi cítara humilde, al sentimiento
sólo avezada del dolor sombrío
¿celebrarla podrá con digno acento?
¡Ay! no la cantaré; que al labio mío
expresar no le es dado lo que siento,
y mis votos callando al cielo envío.
1036A las ninfas cubanas ¡Oh, amada y dulce Cuba! a quien inunda
de esplendor y de vida el sol ardiente,
y en cuyo fértil suelo floreciente
la amistad y el amor sin dolo abunda:
Tus ninfas cantaré, mientras fecunda
en fuego juvenil arda mi mente,
y mientras pueda el corazón vehemente
sentir la llama en que mi bien se funda.
Amor el astro celestial me inspira,
y en noble gratitud yo mis cantares,
mi ambición le consagro, mi alma y lira.
“Amor”, suene en tu orilla, ¡oh, Almendares!
y hasta el confín donde la luz expira
“Amor”, repitan los inmensos mares.
1037Mi destrucción
Bien pronto ¡ay, Dios! la muerte asoladora
en la nada hundirá mi triste vida:
mi huesa, entre mil huesas confundida,
ni el sitio marcará do el cuerpo mora.
De otro siglo la planta triunfadora
la tierra de mi tumba removida
hollará con desprecio, ya perdida
toda memoria de que existo ahora.
La misma a quien yo adoro, de las flores
que el jugo tomen de mi tronco helado,
respirará sin pena ¡ay! los olores…
¡Oh, mundo miserable! ¿a qué me has dado
a conocer la gloria, los amores,
y vivir para ser luego olvidado?