La artista Elena Martínez Bolio presentó su exposición Una larga hebra, disponible hasta agosto en el interior del Museo Palacio Cantón. La muestra reúne más de 110 recreaciones artísticas, entre las cuales destacan sus textiles e instalaciones.
Elena, oriunda yucateca y formada en el Centro Estatal de Bellas Artes, señaló en entrevista exclusiva para POR ESTO! el trasfondo reflexivo del conjunto de obras que sintetizan su propuesta:
“El arte puede hablar no sólo de lo bello, sino de lo real. El trabajo con la aguja es una labor de meditación, de profundidad en el ser humano. Hay que mostrarlo con una propuesta de paz y de armonía; nunca de discordia”.
La artista ha presentado anteriormente exposiciones que velan sobre la visibilidad de grupos marginados. “La comunidad siempre me ubica en el ser humano, y con ello me refiero a comunidades vulnerables, como los aquejados por la vejez, las sexoservidoras y los niños con cáncer. Esas voces hay que llevarlas a los museos”.
Habla así sobre el propósito de su más reciente exposición: “Surge porque, a dondequiera que voy a trabajar, el común denominador siempre es la violencia. No hablo de que el hombre sea violento, sino que todos somos violentos. Nuestro lenguaje es violento”.
En este sentido, la casa tradicional yucateca al inicio del recorrido condensa varios planteamientos de la artista: “Primero pensé en hacer una casa como un híbrido, en donde sólo está lo que yo quiero que esté: un cuadro de una señora leyendo en paz; afuera, lo que se comparte, como el juego tradicional que he vivido con las comunidades”.
El texto introductorio, redactado por una escritora cercana a Elena, Celia Pedrero, invita: en un mismo espacio se hallan la vida y la muerte, la mujer y el hombre […] en un gran textil se recrean las masculinidades y sus incertidumbres […] Y a un paso, de pronto, están ahí prendas que nos muestran el dolor de los feminicidios, sinrazón de la violencia”.
Añadió, respecto a la responsabilidad de los artistas y de las personas en general respecto a la discusión y representación de estos temas: “Los artistas, que supuestamente hemos desarrollado una sensibilidad, no sólo deberíamos acercarnos al otro. También inventar nuestra propia técnica para aproximarnos al dolor y la precariedad del otro; igualmente los licenciados, arquitectos, y todos, aunque no tengan profesión. No podemos ser ajenos a los aconteceres de nadie, ni del que está en Afganistán ni en Valladolid. Nos hemos formado en un individualismo que nada tiene que ver con una hebra que nos hilvana y que nos une, que nos aleja de conversar con los que tenemos cerca”.
Entre sus actividades artísticas y de compromiso social, Elena mantiene abierto el centro cultural Desbordada, ubicado en Montecristo. Allí se efectúan sesiones grupales de elaboración artística textil con miras a la introspección, aptos para mujeres, hombres y personas no binarias de varias edades. “El textil siempre nos cuenta dónde estamos y quienes somos. El cambio debe estar en la persona. Si yo cambio, aunque pase por una soledad o un dolor, estaré haciendo algo que yo necesito”, concluye.
SY