De acuerdo con la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales 2020, realizada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el teatro y la danza, en su modalidad en línea, recibieron menos del 13% del consumo total por los internautas. A partir de estos datos, el actor y director de escena Juan Ramón Góngora, en entrevista con POR ESTO!, plantea la situación de las audiencias desde su experiencia:
“Ha estado mal desde siempre. Lo que sucedió es que empeoró”, dice, y continúa. “Si ya de por sí era poco el público que nos iba a ver antes de la pandemia, con la restricción de la apertura de los teatros, el pequeño público desapareció”. Juan Ramón formula una razón para la disminución de espectadores durante la virtualización: “Quienes les gustaba ir al teatro no sienten lo mismo al verlo en video o transmitido. Simplemente no puede competir el medio de comunicación, por bien hecho que esté el video. Es otra cosa”. Pero la prioridad no es el debate sobre lo que es el teatro o cómo cambia su naturaleza al digitalizarse. “Esas discusiones son inútiles, pero es verdad que estamos ante una necesidad de seguir haciendo nuestro trabajo, pese a todo”.
El actor, con casi cuarenta años de trayectoria, señala que el desinterés puede originarse por varias causas: “Lo que sucede es que el teatro resulta prejuiciado desde un principio. A lo mejor te aburre o piensas que no lo entiendes. También tienen la culpa los sistemas educativos que nos obligan a ver barbaridad y media, sin ningún control de calidad, y sobre todo tiene la culpa la televisión mexicana, que a maleducado al país de principio a fin [risas]. Está el público tan acostumbrado a la vulgaridad de la televisión y a la superficialidad del Internet que llegar a la sensibilidad con una propuesta cuesta trabajo. Vamos mejorando, pero aún faltan unas generaciones para superar esta situación”.
Sobre la encuesta realizada por la UNAM, dice que hay esperanza: “Cuando viene la pregunta al público de qué les gustaría que continuara, respondieron que les gustaría que las artes escénicas, aunque no las consuma. Creo que es porque alguna vez han tenido un acercamiento”. Y agregó: “Durante el primer año de la pandemia, por primera vez las artes escénicas tuvieron una gran difusión en los medios digitales. El público en general se enteró de las muchas ofertas del teatro, no sólo de la comercial. No es que no nos quieren. Sólo no nos consumen”.
“Nos toca ser muy atrevidos, hacer todo lo más artístico posible”, dice, intuyendo una solución para la baja en el consumo teatral. “Si hay que hablar de la situación política, de salud o espiritual, hay que hacerlo hasta sus últimas consecuencias”.
La problemática afecta por igual a los profesionales de la danza en el centro del país. La directora de escena y estudiante de Danza Contemporánea en la Universidad de las Américas Puebla, Fernanda Durán Cruz, expone que “hay muchas modificaciones en los proyectos de compañeros profesionales. Cambia el formato en el que tienes que crear, tomando en consideración la plataforma a utilizar, así como lo que el público quiere y puede consumir”.
Abordó también el tema de los creadores digitales: “La competencia ha aumentado mucho también. Ahora todo el mundo quiere crear y hacerse ver de alguna forma en Internet. No se le da el valor a la creación artística digital”. Añadió, sobre la precarización de las funciones dancísticas: “si cobras una cooperación voluntaria, por ejemplo, el público no quiere pagarlo. Ya era difícil que lo hicieran presencialmente.
Como estudiante de danza, la enseñanza en línea se presenta con varias problemáticas: “Muchos usuarios no comprenden el valor que tienen las clases presenciales en todos los sentidos, como la infraestructura de los estudios, el alcance cercano y la relación alumno-estudiante. Considero que aún no existe una consciencia real de la formación artística más allá del hobby o la actividad extra escolar. Es por eso que ofrecer clases en línea puede desvirtuar o desvalorizar un poco el rol de docente. Por otra parte, también se ha puesto a prueba el uso de las herramientas tecnológicas en el arte y también nos ha mostrado una amplia posibilidad de recursos que pueden fortalecer la enseñanza y el aprendizaje de las artes escénicas”, concluyó.
SY