Deportes

Los que escaparon del FIFA Gate

Marco Polo Del Nero y Ricardo Texeira

SAO PAULO, Brasil, 23 de agosto (AFP) - Cuando Marco Polo Del Nero supo que habían detenido a su predecesor al frente del fútbol brasileño, abandonó el hotel de Zúrich donde se alojaban y tomó el primer avión hacia Río de Janeiro. No podía esperar. La cúpula de la FIFA se derrumbaba y Suiza ya no era terreno seguro.

Llegó a tiempo y en estos tres años ha visto en libertad cómo caían viejos amigos, incluido el propio José Maria Marín, condenado el miércoles a cuatro años de prisión en Estados Unidos por aceptar 6.6 millones de dólares en sobornos.

Aunque el jurado estimó que se los repartían, a Del Nero le ampara la legislación de su país, que solo extradita a sus ciudadanos en casos de narcotráfico. El mismo paraguas que protege a Ricardo Teixeira, quien fue durante 23 años el todopoderoso presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF).

Estados Unidos les reclamó, pero cuando les acusó formalmente -en diciembre de 2015- ambos ya estaban en sus residencias de Río. Como ellos, sus propiedades sobrevivieron al desenfreno de aquellos años dorados en los que, según las investigaciones, multiplicaron sus patrimonios con las coimas recibidas por la venta de derechos televisivos de la Copa América o la Libertadores.

Eran los tiempos en los que estos ahora septuagenarios paseaban en yates junto a exuberantes modelos, portadas de la revista ‘Sexy’ o ‘Playboy’.

La redada policial de Zúrich acabó con los lujos al sol y con la posibilidad de viajar sin ser detenidos, pero no con las comodidades de quienes manejaron durante casi tres décadas el fútbol más famoso del mundo.

“Ahora evitan mostrarse, pero no perdieron en absoluto el nivel de vida que tenían. Continúan disfrutándolo”, aseguró a la AFP el periodista brasileño Juca Kfouri, quien lleva años denunciando sus excesos.

“Promiscuidad”

El terremoto encontró ya retirado a Teixeira, tres años después de su abrupta salida de la CBF, asediado por los escándalos y lejos de la protección de su ex suegro, el influyente ex presidente de la FIFA Joao Havelange.

Su puesto lo ocupó entonces Marín, antes de la asunción de Del Nero en 2015. Y ni siquiera el arresto de su predecesor impidió a este poderoso abogado paulista seguir en el cargo hasta diciembre, cuando la FIFA le suspendió primero temporalmente y luego de por vida.

Poco importaba el asedio de Estados Unidos, que su estrecho colaborador -ahora con 86 años- estuviera en prisión o que una Comisión del Senado, presidida por un beligerante Romario, aireara sus supuestos delitos: en Brasil, Del Nero seguía libre y clamaba su inocencia.

“Durante muchos años, la promiscuidad entre la CBF y la política brasileña fue muy elevada. Estos dirigentes todavía recogen los frutos de una relación del pasado que generó una especie de blindaje”, valoró el periodista Jamil Chade, autor del libro ‘Política, propina y fútbol’.

Y la llamada ‘bancada da bola’, su lobby en el Congreso, no falló cuando más la necesitaban. La Comisión concluyó sin pedir acusaciones y solo un informe alternativo impulsado por Romario derivó en una investigación judicial que se tramita ahora bajo secreto, tras nueve meses varada.

Igual que el pedido de prisión para Ricardo Teixeira formulado el año pasado por España, que le reclama por su presunta participación en el caso que tiene encarcelado al ex presidente del Barsa Sandro Rosell.

Separación

Con todo en contra fuera de Brasil, Del Nero se convirtió para muchos en el “Marco Polo que no viaja”, desde aquel histórico 27 de mayo de 2015.

Tampoco queda rastro de la relación con su “mellizo” Marín, como les describió un testigo durante el juicio. Su precipitada salida de Suiza, dejando atrás incluso a la octogenaria esposa de su amigo, les separó definitivamente.

“Marín era el monarca que hacía los brindis, mientras Marco Polo manejaba todo”, le devolvió el abogado de su predecesor durante el juicio.

No es el único que apunta que, pese a su inhabilitación, Del Nero sigue dirigiendo el juego.

“Su casa de Río continúa frecuentada por el mundo del fútbol y por dirigentes de la propia CBF, tanto que tuvo una influencia decisiva en la elección de Rogério Caboclo como próximo presidente”, recordó Kfouri.

Tampoco parece muy preocupado Ricardo Teixeira, señalado en el juicio como uno de los pilares del sistema corrupto caído, junto al paraguayo Nicolás Leoz y al fallecido Julio Grondona, monarca durante décadas del fútbol argentino.

Investigado también en España, Suiza y Andorra, Teixeira, de momento, tiene claro que no va a ninguna parte.

“¿Hay un lugar más seguro que Brasil? ¿Cuál? ¿De qué voy a huir si aquí no me acusan de nada? Todo de lo que me acusan en el exterior no es delito en Brasil. No estoy diciendo si lo hice o no”, dijo el año pasado al diario Folha de Sao Paulo.