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Polvo de Estrellas

Gabriel Zapata Bello

Eloy Chávez y Caoba Pérez, la gloria y la tragedia de dos campeones

El progreseño Eloy Chávez y el cubano Ramón “Caoba” Pérez han sido dos de las más sobresalientes figuras de la fistiana local, los cuales se ganaron el corazón de las multitudes de los aficionados a las riñas de antaño por el coraje y espectacularidad que imprimieron a sus combates.

Eloy y Caoba eran tan brillantes boxeadores que llegó un momento en que era difícil encontrarles contrincantes y muchas veces aceptaron pelear, con rivales que pesaban ocho y hasta diez kilos más que ellos, es decir, con boxers de divisiones mayores, lo cual fue mermando sus organismos y, a la larga, su salud mental.

Eloy Chávez empezó a pelear en la temporada 1924-1925 y fue campeón del Estado en la categoría de los welters; se caracterizaba por su coraje y por lo imponente de su pegada. En su última temporada de 1933, buscando la resurrección de su carrera, enfrentó en 10 dramáticos asaltos al campeón nacional Kid Azteca y perdió por decisión dividida, para luego asestarle una tunda al temible Asesino de Iztacalco, Hermenegildo González.1

Cuatro años después, ya retirado, una empresa local trajo a un peleador cubano de peso completo a Yucatán, el moreno Cuban Luis, al cual no le encontraban rival, por lo que fueron a buscar a Eloy, el cual de inicio se negó, debido a que estaba alejado del ring y fuera de toda preparación. Los astutos empresarios acosaron a Eloy diciéndole que “le tenía miedo al negro y que la afición lo tendría por cobarde”, y cometió entonces el porteño el error de aceptar el combate. Se preparó algunos días y subió al ring a recibir un torrencial castigo del negrazo, brindando Eloy la más grande demostración de valentía que se recuerde en el Circo Teatro Yucateco, ya que se mantuvo en pie hasta el último raund.

Años después, en 1948, tuvo que ser recluido en una celda del Asilo Ayala, para tratar de recuperar la lucidez, hasta que un día, con sus propias manos, se arrancó la existencia.2 En su memoria, en febrero de 1973 se inauguró en Progreso una Arena de Boxeo con su nombre en la calle 32 x 27.

Caoba Pérez, por otra parte, era un pugilista cubano que llegó a Yucatán en 1929 proveniente del establo del campeón mundial, Eligio Sardiñas Kid Chocolate. En nuestro medio fue campeón de las categorías gallo primero y pluma después, gracias a su fino boxeo y, en particular, al dañino “jab” que utilizaba para golpear con efectividad e insistencia al contrario. 3

Su ingenuidad y necesidad económica lo hicieron enfrentar a Joe Ruz, El Águila de la Cervecería, quien lo superaba por seis kilos, y perdió Ramón en una exhibición de coraje; en 1932 sostuvo un combate frente al excampeón olímpico Raúl Talán que le llevaba nueve kilos, en una criminal pelea en que “Caoba” perdió por nocaut en el quinto raund, mermándose sus facultades para siempre. Ramón se enamoró de Yucatán y nunca se fue de esta tierra; vivió en un humilde cuarto manteniéndose un tiempo de “second” de varios púgiles en el ring a cambio de algunas monedas, o bien, de vendedor de billetes de lotería o haciendo mandados a cambio de un plato de comida.4 En 1965, desfalleciente de hambre y debilidad, fue recogido en la calle y trasladado al Asilo Ayala donde vivió sus últimos meses hasta su deceso en 1966, para ser sepultado en la fosa común.

Dicen que a Caoba, en su mejor momento, sólo le faltó un pasaje a la Unión Americana para haberse convertido en campeón del orbe. A Eloy Chávez se le ha catalogado como el mejor welter que ha tenido Yucatán. A estos dos, pundonorosos atletas, se les rememora en las crónicas deportivas por su gloria y virilidad.