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El verdadero rival de Checo es él mismo. Sólo miremos por el retrovisor las pésimas clasificaciones que lo han llevado a jugársela con el cuchillo entre los dientes

Al deportista mexicano se le debe apapachar y hablar bonito cuando fracasa en competencias mundiales, también es obligatorio crear teorías de conspiración para demeritar al triunfador. Desde luego que estoy siendo irónico. Qué ganas de quitarle la venda de los ojos a todo aquel que crea que Checo fue saboteado para no conseguir el campeonato de pilotos.

En qué momento nos perdimos, ahora entiendo que no sólo Sergio Pérez es capaz de salirse del camino, como en Qatar. Vayamos al 5 de marzo del presente año para refrescar un poco la memoria.

En el Circuito Internacional de Baréin, todos fuimos testigos de una carrera excepcional por parte del mexicano, cuya sonrisa arriba del segundo pedestal nos hizo despertar ese oculto patriotismo que no soltamos ni en el mismísimo 16 de septiembre.

Aquella prueba la ganó Verstappen y todo era miel sobre hojuelas para Red Bull, la monarca escudería que no tardó mucho en celebrar otro 1-2, pero ahora con los papeles invertidos en Arabia Saudita. El de Guadalajara puso los brazos en alto y con un Mundial prematuro se pensó en una rivalidad directa entre el mexicano y el neerlandés. Los demás equipos nunca fueron competencia para el Toro Rojo, que continuó con los dobletes en Australia, Azerbaiyán (donde volvió a ganar Checo) y Miami.

Y justamente el 7 de mayo, después de rodar por territorio estadounidense, el azteca aseguró que lo único que estaba en juego era el campeonato de pilotos. Fue entonces que alguien o “algo” le bajó el switch a su competitividad; el hombre que estaba fastidiado de ser llamado el Ministro de Defensa se fue deteriorando mágica o macabramente en las siguientes carreras.

El GP de Emilia-Romagna no se pudo realizar por las graves inundaciones que sufrió aquella región italiana, así que después llegó Mónaco, en la que Checo empezó a perder la memoria al terminar 16, mientras que su compañero festejó otro primer sitio.

El verdadero rival de Checo es él mismo. Sólo miremos por el retrovisor las pésimas clasificaciones que lo han llevado a jugársela con el cuchillo entre los dientes; no hay duda que es un monstruo y que ha pulso se ha ganado el apelativo El Rey de las Remontadas, pero qué frustrante es no poder alcanzar la zona de podio, especialmente cuando tu competidor ha tomado una importante distancia por la corona.

En España, el mexicano remó contracorriente al salir undécimo en la qualy; su conducción nunca estuvo en duda, de hecho, en la vuelta 26 del Circuito de Barcelona, el de Guadalajara tomó el banderín de segundo lugar cuando los de Mercedes hicieron una parada en los pits, pero cuando a él le tocó ingresar a boxes acabó en cuarto, fuera del pódium; la feria de rebases durante la carrera dejó en claro su potencial, los amantes de la velocidad elogiaron su gran capacidad para superar 7 posiciones. Del otro lado, Verstappen volvió a llevarse los aplausos con otros 25 puntos y uno extra por la vuelta más rápida; y fíjense que aquella vez, el de Países Bajos fue penalizado con tiempo por sobrepasar los límites de pista en tres ocasiones, pero el tipo fue bestialmente rápido que no influyó en su resultado.

En Canadá repitió una desastrosa clasificación. Salió como 12 para finalizar sexto y perder de nueva cuenta su lugar en el podio, al cual pudo llegar en Austria (cuatro carreras después). Recuerdo que Checo largó desde el lugar 15 y a pesar de eso exhibió una rodada casi perfecta, subiendo al tercer escalón de una plataforma que volvía a ser dominada por el ahora tricampeón.

Así que aprendamos a no asustarnos con la palabra fracaso, mejor Exijamos a nuestros ídolos como lo que son, fi guras mundiales. Porque si algo le admiramos a Checo es que en cada vuelta plasma la astucia y la valentía que conecta con nuestras raíces mexicanas.

Sin demeritar su loable camino, me da la impresión de que al tapatío se le quemaron las tortillas por andar pendiente de los frijoles. En Gran Bretaña se hizo costumbre sus pésimas qualys. Tal vez la frustración le empezó a carcomer ese espíritu de alto nivel competitivo, ese que necesitaba para poder pelear con MadMax. Y aclaro, esa rivalidad no fue para conocer quién era el más malo, eso nos queda claro. Insisto, el mexicano no pudo ser mejor que su compañero porque a sus 33 años, le hizo falta una mejor concentración que el de 26.

Creer que Sergio tiene un RB19 menos potente es ridículo. El bólido que conduce es un potencial instrumento que ha usado a su favor para regalarnos magistrales rebases, y para que hoy esté como segundo del mundo, por detrás de una joven fi gura que podría llegar, incluso, a los altos niveles de Michael Schumacher y Lewis Hamilton, los pilotos con más campeonatos Mundiales de la Fórmula Uno, con 7 cada uno

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LV