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David Faitelson honra la memoria de André Marín con una emotiva carta, recordando su amistad y legado en el periodismo deportivo mexicano.

A una semana del lamentable fallecimiento de André Marín, figura emblemática del periodismo deportivo mexicano, su colega y amigo David Faitelson ha compartido una conmovedora carta que revela la profunda conexión que existía entre ambos profesionales. Este gesto no solo honra la memoria de Marín, sino que también ofrece una mirada íntima a la fraternidad que se forja en el competitivo mundo de los medios deportivos.

La misiva, presentada en formato de video y difundida a través de redes sociales, es un viaje emocional que transita entre los recuerdos, los sueños y la cruda realidad de la ausencia. Faitelson, con voz entrecortada por la emoción, narra un sueño reciente en el que vio a André como en sus mejores días: joven, fuerte y lleno de vida, contrastando dramáticamente con la imagen de sus últimos momentos.

El homenaje no se limita a rememorar el pasado. Faitelson comparte detalles conmovedores sobre el presente de la familia Marín, destacando la fortaleza de Paty, esposa del fallecido periodista, y el deseo de André Jr. de seguir los pasos de su padre en el periodismo deportivo. Estas anécdotas no solo humanizan la figura pública de Marín, sino que también subrayan el impacto duradero que tuvo en quienes lo rodeaban.

La carta también revela los desafíos emocionales que enfrenta Faitelson al regresar a los estudios de TUDN, donde la ausencia de su amigo es palpable y en un futuro, el hijo mayor de André, continuará su legado en la televisión. La imagen de la silla vacía se convierte en un poderoso símbolo de la pérdida, no solo para Faitelson, sino para toda la comunidad del periodismo deportivo mexicano.

El tributo de Faitelson va más allá de las palabras; es un testimonio de una amistad que trascendió la competencia profesional. Desde sus inicios en Imevisión, pasando por TV Azteca y Televisa, la trayectoria de ambos periodistas estuvo entrelazada, creando un vínculo que ni siquiera la muerte parece capaz de romper.

AG