Hace 20 años que el franco-español levantó la voz por las condiciones inhumanas en las que se trata al inmigrante. Condenados a una eterna persecución tanto argelinos, nigerianos, africanos en general, en esa época, huyendo de conflictos civiles hacia Europa.
Dos décadas después nadie puede negar que Manu tenía razón. Al migrante se le trata como a un fantasma, como si no existiera ni tuviera voz en el mundo de injusticia. Clandestino, el disco, tiene el mérito de ser un álbum vivo en concepto. La lucha por los derechos del ser humano sigue en pie. Los problemas del siglo 20 empeoraron en el 21.
Basta con ver la crisis de refugiados sirios, el suplicio de los centroamericanos buscando cruzar la infernal frontera mexicana, a través de La Bestia u otro medio, los niños separados, las personas que pueden desaparecer sin volver a casa o le dan la bienvenida a la muerte en límites como Tijuana.
Desafortunadamente, Manu Chao llegó al nuevo siglo con una sociedad perdida. Los problemas que denunció, a través de la solidaridad y el amor, se incrementaron.
El disco, cuyo subtítulo es Esperando a la última ola, nació en 1998 con rolas de protesta social cantadas en español, francés, inglés y portugués, con introducciones de frases representativas de la lucha obrera y social, como la del subcomandante Marcos, ex líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, una imagen que hizo aparición en el último concierto que dio en México, en 2008 y en su épico show del Zócalo dos años antes.
A dos décadas de su mejor disco y a una de no estar en México supuestamente por haberle sido aplicado el artículo de la Constitución que dice que ningún foráneo puede opinar de asuntos nacionales. Algo que hasta hoy no se cumple, pues hay cantantes extranjeros que se solidarizan con México dando discursos fuertes, tal es el caso de Residente, Nacho Vegas y Roger Waters.
Manu Chao no da entrevistas, pero la época de Clandestino es clave en su vida. Siempre que puede, aprovecha para decir que la ideología zapatista es parte de su vida diaria. Ellos le advirtieron lo que ahora estamos viviendo, recordó en 2014 a la cadena española La Sexta TV.
Los políticos y la democracia están maniatados a la dictadura del dinero, no es ninguna novedad. Lo que pasa es que ahora a más gente le afecta la dictadura del dinero”, afirmó.
Manu Chao se mantiene como un trotamundos, ejerciendo el derecho de manifestación, pese a que hay naciones que lo reprimen, uniéndose al pueblo de países que visita. Hasta hoy es meramente desconocido por qué Manu Chao no regresa a un país que es devoto a su pensamiento y a un disco que le abrió las puertas después de haber disuelto Mano Negra, en 1995. CIUDAD DE MÉXICO (ANE)