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Nicole Kidman, apasionada del arte cinematográfico

Impecablemente vestida de blanco, con el perfecto peinado y maquillaje, Nicole Kidman pasó por el Festival de Toronto con la belleza que la caracteriza, para el estreno mundial de la película Destroyer. Sin embargo, con las luces apagadas y en la pantalla grande, no es la misma. Con pelo corto, mucho más oscuro y con un maquillaje que acentúa las ojeras, sin una gota de lápiz labial, está irreconocible.

Cualquiera hubiera pensado que cobró una fortuna por hacerlo, pero el costo total de producción de apenas nueve millones de dólares, confirma que el sacrificio de la actuación también tuvo que haber sido económico. Y, 15 años después de haber ganado el Oscar con Las horas, demuestra que todavía le quedan ganas de seguir transformando su carrera.

“Mis decisiones creativas cambian por diferentes razones. Con Moulin Rouge, por ejemplo, me gustó la idea de volar en un trapecio, quería cantar. Y muchas veces quiero explorar algo nuevo. Otras veces quiero meterme en mi conciencia y mi físico, otras veces busco vivir como otras personas”, comentó Kidman.

“Pero como actriz, más allá de poder tomar cierta decisión, también paso por aprovechar alguna oportunidad que me den. Muchas veces no nos ofrecen los mejores roles y cuando llegan, hay que aprovecharlos”, comentó.

Por eso, está de acuerdo sobre el debate de la falta de buenos roles femeninos con el pedido de reescribir algunos roles masculinos para las mujeres.

“Estuve de este lado de la mesa, pidiendo que volvieran a escribir cierto rol masculino en femenino, pero también quiero contar historias femeninas. Contemos historias de Rosalind Frankline. Hay historias así de extraordinarias para contar”, subrayó.

Y aunque hay quien dice que, por lo general, son hombres quienes toman decisiones de no llevar a mujeres en roles protagónicos porque no se identifican con ellos, Kidman se ha enfrentado a otras situaciones.

“Trabajé con muchos directores con quienes conseguí roles extraordinarios, así que no creo que no se identifican tanto con historias femeninas. Pude filmar la historia de Virginia Woolf en Las horas gracias a Stephen Daldry. Por Michael Grandage interpreté el rol más extraordinario de mi vida. Y obviamente también trabajé con directoras como Karyn Kusama en Destroyer”.

“Creo que el problema pasa por el nivel más bajo, donde las mujeres no tienen la oportunidad de construir sus propias carreras para convertirse en buenas directoras. Eso es lo que tiene que cambiar. Así como los estudios de cine están controlados por hombres, las mujeres también tienen control y cuando dicen que la gente no paga para vernos. Bueno, tenemos que cambiar, salir y pagar. Todas tenemos que ir al cine. Solo puedo decir que vayan y compren una entrada al cine, vean el cine con que más se identifiquen y se seguirá filmando”, aseveró.

También se adentra en la faceta de productora, como la serie Big Little Lies, con Reese Witherspoon, además de haber producido películas donde no aparece como In the Cut, con Meg Ryan, y Monte Carlo, con Selena Gomez.

“Tengo la suerte de elegir ciertas historias y ciertos directores y puedo pararme atrás para ayudar en esta etapa de mi carrera. No es una lucha fácil. Hay películas como Rabbit Hole, con un presupuesto de tres millones de dólares y llegar al cine fue muy difícil”, sentenció.

Kidman se llevó un Oscar por su actuación y caracterización de Virginia Woolf en Las horas. Apenas se le reconoció en pantalla, algo que le sucedió de nueva cuenta en Destroyer, donde una detective se vuelve a reconectar con la misma gente de una vieja misión del pasado. Ni siquiera ella podía creerlo.

“Es extraño porque al verla pareció un sueño, todo fue muy diferente para mí, existir en ese lugar. Pero estoy feliz de haberla hecho”.

Pero el aspecto físico no solo fue una transformación, también el mental.

“Primero filmamos la segunda parte, la última parte de mi vida como Erin Bell. Y después volvimos y filmamos el principio. Eso fue lo bueno, porque antes de empezar con el rodaje yo me preguntaba cómo lo íbamos a hacer, si podía funcionar, hasta que me salió el lado interior del actor donde siempre pensamos ‘hay que ir adelante’, para dejarme llevar por la marea”.

“Quiero decir que nunca trato de luchar, no importa las circunstancias que sean, porque tampoco sé lo que es mejor para mí como actriz. A lo mejor tengo un plan en mi cabeza que también pueda equivocarme, así que para mí es mejor dejarme llevar por la corriente. Y eso mismo lo hago con mi vida. Y al filmar el final primero, fue maravilloso porque teníamos filmado todo el daño, sabiendo la fuerza de vida que necesitábamos, porque siempre tiene que haber una fuerza en la vida que te apague o te destruya. Y era necesario saberlo para entrar a la segunda parte del rodaje”, contó.

“La película fue bastante difícil para ella porque es demasiado extrema y diferente a como es. Por eso quiso que fuera real y auténtica. No quería actuar solamente, quiso moverme y existir en el lugar, mental y físicamente, pero no se dio cuenta dónde se iba a meter hasta que ya lo estaba haciendo.

Si lo hubiera imaginado, jamás hubiera ido tan lejos. Pero de verdad, en mi carrera y en mi vida, siempre me metí en algo sin saber lo que me iba a pasar. Y siempre me fue bien. Por eso trato de no analizar tanto cuando acepto algún trabajo. Pero al mismo tiempo, fue una locura todo el rodaje”, añadió.

Kidman compartió que ama lo que hace. Se compromete con el lado artístico, a contar historias.

“Solo quiero actuar, es algo que quise hacer desde que era muy jovencita. Ahora que soy más grande puedo seguir haciéndolo y le agradezco a Dios que no me hayan empujado del camino, porque he llegado hasta lugares increíbles, con experiencias extraordinarias. Me caí muchas veces, pero también me pude levantar. De eso se trata, solo lo veo como un camino en mi trabajo y trato de mantener el verdadero espíritu del cine”, concluyó. CIUDAD DE MÉXICO (ANE)