Desatención, estafa e interés sexual de empresarios en Yolanda y Gemma son algunas de las sombras que saca a la luz la película que estrenó la plataforma.
“La culpa fue de los padres”, asegura Joaquín Oristrell, director de las cintas que protagonizó la banda infantil.
Madrid, 11 de julio (ElDiario.es).– Netflix abrió una ventana al pasado con el estreno de Parchís: el documental , una película que repasa la historia del grupo musical infantil que se convirtió en todo un fenómeno nacional e internacional durante la década de los 80.
En sus 108 minutos de metraje, la cinta realiza una radiografía de los años que marcaron las vidas de Yolanda, David, Tino, Gemma y Frank. Lo hace de la mano de los testimonios de sus protagonistas, que se ponen de nuevo ante las cámaras cuarenta años después de la formación de la banda, y de figuras clave en su trayectoria como sus padres, managers, productores, tutores y todos aquellos que participaron de alguna forma en un éxito que, como todos a este nivel, tiene sus luces y sus sombras.
Bajo la batuta de Daniel Arasanz y la voz de las “fichas” de un tablero que fueron manejadas por todos a su alrededor, Parchís: el documental nos demuestra que el mundo discográfico no ha cambiado tanto en cuatro décadas. Un relato directo e interesante no solo para los que se dejaron arrastrar por sus melodías pegadizas en plena niñez, sino también para los que por edad no saben de ellos más allá de su “Cumpleaños feliz”.
La película pasea cronológicamente por sus 6 años de boom mundial, que arrancaron con un anuncio en los periódicos que buscaba niños para formar una banda infantil. Lo que en principio iban a ser 3 o 4 meses de grabación de un único disco y la aparición en un programa de televisión derivó en una carrera de 20 álbumes, 7 películas y millones de fans en España y Latinoamérica.
Pero el gran atractivo del documental no reside en conocer el alcance del fenómeno, sino en descubrir los secretos ocultos que se esconden detrás de un proyecto que movió masas y las reflexiones de los que lo vivieron en primera persona. Las voces que había detrás de sus canciones, los cambios de “fichas”, el papel de los padres y la estafa de los que manejaron todos los hilos son algunos de los temas que se abordan en Parchís: el documental y de los que recogemos los más reveladores:
TINO, DE ESTAR EN DUDA A SER ESTRELLA DE PARCHIS “Que fueran guapos y supieran bailar” eran los dos requisitos indispensables que Discos Belter exigió en la formación de Parchís. Yolanda, David, Gemma y el pequeño Òscar entraron por los ojos de los directivos, pero no tanto Tino. “Canta bien el tío, lástima que sea tan feo el cabrón”, dice el protagonista que escuchó a través de la puerta tras su casting.
Pese a ese escollo inicial, el mayor de la banda acabó no solo siendo el favorito de los fans, sino también el “protegido” de la discográfica. Así lo relatan sus propios compañeros, que vieron con recelo cómo la “ficha roja” consiguió hacerse con una posición destacada dentro del sello.
CANTANTES ADULTAS PRESTARON SUS VOCES PARA LOS DISCOS
Son muchos los que han entonado a lo largo de su vida alguno de los grandes éxitos de Parchís, pero no todos conocen lo que se esconde tras esas voces. Tal como cuenta el productor y arreglista de la banda Josep Llobell, “no todos los componentes cantaban bien”, por lo que tuvieron que hacer uso de otros recursos.
“Los más pequeñines -David y Òscar- siempre iban detrás del micro”, relata, y las voces de Tino, Yolanda y Gemma se veían acompañadas de otras a las que no ponemos cara. “Grababan ellos, doblábamos voces y lo que fuera, y después venía gente ya profesional, chicas que podían hacer voces de niño, y no se notaba”. Pese a ello, el productor insiste en que los timbres de los componentes reales “siempre estaban ahí”.
DESATENCIÓN Y EXPLOTACIÓN EN GIRAS
El salto de Parchís a Argentina lo cambió todo. No solo dejaron de asistir a la escuela por motivos evidentes, sino que sus vidas se convirtieron en algo muy diferente a lo adecuado para niños de sus edades. “De pequeña no te das cuenta, pero hubo un poco de desmadre. No había nadie que nos vigilara”, cuentan Gemma y Yolanda, fichas verde y amarilla, respectivamente.
El “juego de niños” que era antes del boom se convirtió en un trabajo de jornadas maratonianas. “Grabábamos la película por la mañana, y hacíamos dos sesiones de circo por la tarde durante prácticamente un mes”, recuerda Òscar, la primera ficha azul. Mientras, al otro lado del charco, sus padres se conformaban con una llamada a la semana a uno de ellos, que se encargaba de dar el “parte” a los demás. “Con tus padres hablabas una vez al mes”, apunta Yolanda.
https://youtu.be/NFUgQIpWsd4
LA ESTAFA DE PARCHÍS: LOS NIÑOS NO COBRABRAN
Esto fue así hasta que Victòria, madre de Òscar, decidió unirse a la gira para tener un control mayor sobre lo que hacía su hijo, el más pequeño de la banda. Lo que descubrió allí no fue de su agrado, y así se lo trasladó a los demás: “Cuando llegaba de cada viaje contaba a los otros padres lo que había: que los niños no cobraban, estaban explotados. Todas las actuaciones que tenían estaban llenas a rebosar, ¿dónde iba a parar el dinero?”, se pregunta 40 años después ante las cámaras de Netflix.
Ese fue el principal motivo por el que decidió sacar a Òscar de Parchís, que no tardó en buscar a Frank como nueva la ficha azul. “Los demás padres la vieron como una amenaza y no les pareció tan preocupante”, relatan.
La madre del pequeño no es la única que denuncia la estafa, también lo hacen los progenitores de su sustituto. “La primera vez que cobramos una comisión de discos fue de 100 mil pesetas por niño. De lo generado en el extranjero directamente no llegó nada”, dicen. “El dinero tal como entraba desaparecía”, asegura por su parte la ficha azul, que se pregunta dónde fueron a parar los 600 millones de pesetas que en teoría ganaron.
Por su parte, Joaquín Oristrell, realizador y guionista que se encargó de dirigir las películas del grupo, pone el foco en los propios progenitores: “La culpa fue de los padres. Luego puedes hablar de una casa de discos muy mala, de los explotadores… pero son tus hijos, no hay excusa”, dice, al tiempo que lamenta que las familias nunca se preocuparon de si esto suponía mucha presión para los pequeños.
Rodrigo Valdecantos, actor que participó junto a las “fichas” en 6 de las cintas como Carlitos “El Flaco”, asegura que desconoce los ingresos que estas reportaron a su familia. “No vi un duro, mi madre y mi padre decidieron dónde se colocaba. No sé ni lo que gané. Me regalaron una bici y me la robaron al día siguiente, nada más”.
LAS NIÑAS DEL GRUPO, OBJETIVO DE EMPRESARIOS EN FIESTAS
El documental aborda las fiestas que se organizaban alrededor del grupo, y de cómo famosos empresarios ponían el ojo en Yolanda y Gemma, que ya entraban en una etapa pre-adolescente. “Yolanda era objetivo de mucho empresario y señor adulto” y “había moscones y tenías que vigilar para que no fuera a más”, dice una de las profesoras.
También llamó la atención de gente adulta Tino, el más mayor del grupo, del que cuentan que las madres de sus seguidoras se colaban en sus habitaciones de los hoteles.
Sin embargo, sus primeras experiencias las tuvieron entre ellos mismos, tal como cuentan a cámara. “Todos besamos a Yolanda, porque era extrovertida y en un momento dado nos gustó”, confiesa el “dado” David. “Esto no quiere decir que con ninguno llegara a tener una relación más allá, solo estábamos experimentando, jugando y conociendo los cuerpos”, puntualiza la ficha amarilla. Más allá de los márgenes de Parchís, David llamó la atención de una joven Paulina Rubio, componente del grupo mexicano Timbiriche.
LOS MOTIVOS DEL FINAL DE PARCHÍS
La entrada de Jorge Berlanga como manager de los chicos en México les dio una mayor atención personal, pero también propició con el tiempo una lucha de poderes entre él, la discográfica y los padres. El entonces responsable de Discos Belter fue invitado a dejar el sello, y a su vez la empresa formó una alianza con los padres para tener el control.
Pese a ello, los progenitores obviaron este acuerdo cuando apareció un contrato de Disney para que Parchís viviera “el sueño americano” en su parque de Orlando, lo que habría podido ser su salto definitivo al mercado norteamericano. Todos estaban de acuerdo menos uno, que decidió bajarse del barco.
“Tenía 16 años, empezaba a sentirme oprimido y tenía ganas de contar en música otras cosas”, confiesa Tino, que optó por lanzarse en solitario con sus propias canciones. El grupo trató de seguir con una nueva ficha roja, Chus, pero se encontraron al volver de uno de sus viajes con que la discográfica se había disuelto. David también se marchó poco después y fue reemplazado por Michel, quien no llega a aparecer en el documental. Fue el final de Parchís tal como lo conocimos.
LAS SECUELAS DE UN FENÓMENO INFANTIL
Un final que durante años no pudieron perdonar a Tino, con quien no tuvieron contacto hasta que a finales de los 90 este sufrió un grave accidente de tráfico.
Tras bajar el telón, Yolanda siguió su carrera como actriz en la serie Platos rotos y emigró después a México, pero la falta de trabajo, la ausencia de los que eran sus inseparables compañeros y estar lejos de su familia la sumió en una depresión.
El final de esa etapa también dejó marcados durante años a Frank y Gemma. “He tenido aventuras con la mala vida y problemas para seguir adelante porque evidentemente sales marcado de ahí. Cuando acabó Parchís fuera donde fuera era un punto rojo”, confiesa el primero. “Seguía siendo la niña de Parchís en todos lados, pero en el fondo faltaba algo en mi vida”, dice por su parte la segunda.
40 años después todos pueden recordar su infancia como una etapa con más luces que sombras, aunque en este artículo se recojan las segundas. “No ha habido tragedia, ni mal rollo, ni destrucción. Ha habido trauma y superación, pero al final se demuestra que han sido unos campeones en lo suyo no solo por ser Parchís, sino por sobrevivir a Parchís”, sentencia Joaquín Oristrell al final del documental.